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ALIMENTO DIARIO
Pascua de Resurrección Ellos se espantaron y se atemorizaron, pues creían estar viendo un espíritu; pero Jesús les dijo: «¿Por qué se asustan? ¿Por qué dan cabida a esos pensamientos en su corazón? ¡Miren mis manos y mis pies! ¡Soy yo! Tóquenme y véanme: un espíritu no tiene carne ni huesos, como pueden ver que los tengo yo». Lucas 24:37-39
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, como acostumbran los judíos sepultar a sus muertos. En el lugar donde Jesús fue crucificado había un huerto, y en el huerto había un sepulcro nuevo en el que aún no habían puesto a nadie. Y por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. Juan 19:40-42
Viernes Santo Después de esto, y como Jesús sabía que ya todo estaba consumado, dijo «Tengo sed», para que la Escritura se cumpliera. Había allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en un hisopo, y se la acercaron a la boca. Cuando Jesús probó el vinagre, dijo: «Consumado es»; luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu. Juan 19:28-30
Mientras comían, Jesús tomó el pan y lo bendijo; luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, y les dijo: «Tomen, coman; esto es mi cuerpo.» Después tomó la copa, y luego de dar gracias, la entregó a sus discípulos y les dijo: «Beban de ella todos, porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos, para perdón de los pecados». Mateo 26:26-28
Se llevó consigo a Pedro, Jacobo y Juan, y comenzó a entristecerse y angustiarse. Les dijo: «Siento en el alma una tristeza de muerte. Quédense aquí, y manténganse despiertos». Se fue un poco más adelante y, postrándose en tierra, oró que, de ser posible, no tuviera que pasar por ese momento. Decía: «¡Abba, Padre! Para ti, todo es posible. ¡Aparta de mí esta copa! Pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú». Marcos 14:33-36
Entonces Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no lo haré.» Jesús le dijo: «De cierto te digo que esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres veces.» Pero Pedro insistía: «Aun si tuviera que morir contigo, no te negaré.» Y todos decían lo mismo. Marcos 14:29-31
Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo: «Señor, ¿tú me lavas los pies?» Respondió Jesús y le dijo: «Lo que yo hago, no lo entiendes ahora; pero lo entenderás después.» Pedro le dijo: «¡Jamás me lavarás los pies!» Y Jesús le respondió: «Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo.» Simón Pedro le dijo: «Entonces, Señor, lávame no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza.» Juan 13:6-9
Al día siguiente, al oír que Jesús venía a Jerusalén, grandes multitudes que habían venido a la fiesta tomaron ramas de palmera y salieron a recibirlo. Y clamaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!» Y Jesús halló un asno, y montó sobre él, como está escrito: «No temas, hija de Sión; aquí viene tu Rey, montado sobre un pollino de asna». Juan 12:12-15
Jesús les dijo: «Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto les digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, se queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; pero el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para vida eterna. Juan 12:23-25
Seis días antes de la pascua, Jesús fue a Betania, donde vivía Lázaro, el que había estado muerto y a quien Jesús había resucitado de los muertos. Allí le ofrecieron una cena, y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados con él a la mesa. Entonces María tomó unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, que era muy caro, y con él ungió los pies de Jesús, y con sus cabellos los enjugó. Y la casa se llenó con el olor del perfume. Juan 12:1-3