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ALIMENTO DIARIO
Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón, y se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, y cuando vayas por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes (Deuteronomio 6:6-7).
Porque todos ustedes, los que han sido bautizados en Cristo, están revestidos de Cristo. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, ciertamente son linaje de Abrahán y, según la promesa, herederos (Gálatas 3:27-29).
Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos, para todos los que están lejos, y para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios llame (Hechos 2:39).
Nos salvó, y no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que al ser justificados por su gracia viniéramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Tito 3:5-7).
De cierto, de cierto les digo, que ustedes llorarán y lamentarán…; pero aunque ustedes estén tristes, su tristeza se convertirá en gozo (Juan 16:20).
Si el Señor no edifica la casa, de nada sirve que los edificadores se esfuercen. Si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que los guardias la vigilen (Salmo 127:1).
El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea, será condenado (Marcos 16:16).
Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3:5).
Por lo tanto, anímense y edifíquense unos a otros, como en efecto ya lo hacen (1 Tesalonicenses 5:11).
Las que son mis ovejas, oyen mi voz; y yo las conozco, y ellas me siguen. Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano (Juan 10:27-28).