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ALIMENTO DIARIO
Por eso, vuélvanse ya al Señor de todo corazón, y con ayuno, lágrimas y lamentos. Desgárrense el corazón, no los vestidos, y vuélvanse al Señor su Dios, porque él es misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia, y le pesa castigar. Joel 2:12-13
Yo sanaré su rebelión. Los amaré de pura gracia, porque mi ira se ha apartado de ellos. Oseas 14:4
Con este decreto ordeno que, en toda la extensión de mi reino, todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel. Porque él es el Dios viviente; él permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido. ¡Su dominio perdurará hasta el fin! Él salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra. ¡Él es quien ha salvado a Daniel de las fauces de los leones! Daniel 6:26-27
Pues me viene a la memoria la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que habita en ti también. 2 Timoteo 1:5
Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril y los dos eran ya muy ancianos. El ángel le dijo: Zacarías, no tengas miedo, porque tu oración ha sido escuchada. Tu esposa Elisabet te dará un hijo, y tú le pondrás por nombre Juan. Lucas 1:7,13
Los hijos son un regalo del Señor; los frutos del vientre son nuestra recompensa. Los hijos que nos nacen en nuestra juventud son como flechas en manos de un guerrero. ¡Dichoso aquél que llena su aljaba con muchas de estas flechas! No tendrá de qué avergonzarse cuando se defienda ante sus enemigos. Salmo 127:3-5
Entonces María dijo: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Lucas 1:46-47
Al contrario, honren en su corazón a Cristo, como Señor, y manténganse siempre listos para defenderse, con mansedumbre y respeto, ante aquellos que les pidan explicarles la esperanza que hay en ustedes. 1 Pedro 3:15
Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre. Mateo 7:7-8
La tristeza que proviene de Dios produce arrepentimiento para salvación, y de ésta no hay que arrepentirse, pero la tristeza que proviene del mundo produce muerte. 2 Corintios 7:10