+1 800 972-5442 (en español)     Â
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
Porque, ÂżquiĂ©n puede comer y cuidarse mejor que uno mismo? Es un hecho que Dios da sabidurĂa, conocimientos y alegrĂa a quien es de su agrado, y que al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar, para dĂĄrselo a quien es del agrado de Dios. ÂĄY tambiĂ©n esto es vanidad y aflicciĂłn de espĂritu! EclesiastĂ©s 2:25-26
DespuĂ©s de esto, el Señor eligiĂł a otros setenta y dos, y de dos en dos los enviĂł delante de Ă©l a todas las ciudades y lugares adonde Ă©l tenĂa que ir. Les dijo: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores. Por tanto, pidan al Señor de la mies que envĂe segadores a cosechar la mies. Y ustedes, pĂłnganse en camino. Pero tengan en cuenta que yo los envĂo como a corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforja, ni calzado; ni se detengan en el camino a saludar a nadie. Lucas 10:1-4
No se engañen. Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso tambiĂ©n cosecharĂĄ. El que siembra para sĂ mismo, de sĂ mismo cosecharĂĄ corrupciĂłn; pero el que siembra para el EspĂritu, del EspĂritu cosecharĂĄ vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos… Pero lejos estĂ© de mĂ el jactarme, a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mĂ, y yo al mundo. Porque en Cristo JesĂșs nada valen la circuncisiĂłn ni la incircuncisiĂłn, sino una nueva creaciĂłn. GĂĄlatas 6:7-9, 14-15
Todos ustedes, los que aman a JerusalĂ©n, ÂĄalĂ©grense y regocĂjense con ella! ÂĄLlĂ©nense de regocijo por ella, todos los que por ella se han entristecido! Porque ella los amamantarĂĄ en sus pechos, y los consolarĂĄ y dejarĂĄ satisfechos; ustedes serĂĄn amamantados, y disfrutarĂĄn de las delicias de su gloria. Ciertamente, el Señor ha dicho: «¥Miren! Voy a extender sobre ella la paz y la riqueza de las naciones, como si fueran un rĂo desbordado. Ustedes serĂĄn amamantados y llevados en brazos, y mimados en el regazo. Yo los consolarĂ© a ustedes como consuela una madre a sus hijos, y en JerusalĂ©n hallarĂĄn consuelo.» Ustedes verĂĄn esto, y su corazĂłn se alegrarĂĄ y sus huesos se rejuvenecerĂĄn como la hierba. La mano del Señor se darĂĄ a conocer entre sus siervos, y su enojo se manifestarĂĄ contra sus enemigos. IsaĂas 66:10-14
Vengan a ver las obras de Dios, sus hechos sorprendentes en favor de los hombres. ConvirtiĂł el mar en terreno seco, y ellos cruzaron el rĂo por su propio pie. ÂĄAlegrĂ©monos por lo que hizo allĂ! Salmo 66:5-6
Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me habĂa costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusiĂłn, un querer atrapar el viento… EclesiastĂ©s 2:11a (DHH)
Mientras seguĂan su camino, alguien le dijo: «Señor, yo te seguirĂ© adondequiera que vayas.» JesĂșs le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dĂłnde recostar su cabeza.» Y a otro le dijo: «SĂgueme.» AquĂ©l le respondiĂł: «Señor, permĂteme ir primero a enterrar a mi padre.» Pero JesĂșs le dijo: «Deja que los muertos entierren a sus muertos. TĂș, ve y anuncia el reino de Dios.» Otro tambiĂ©n le dijo: «Señor, yo te seguirĂ©; pero antes dĂ©jame despedirme de los que estĂĄn en mi casa.» JesĂșs le dijo: «Nadie que mire hacia atrĂĄs, despuĂ©s de poner la mano en el arado, es apto para el reino de Dios.» Lucas 9:57-62
Digo, pues: Vivan segĂșn el EspĂritu, y no satisfagan los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne se opone al EspĂritu, y el del EspĂritu se opone a la carne; y Ă©stos se oponen entre sĂ para que ustedes no hagan lo que quisieran hacer. Pero si ustedes son guiados por el EspĂritu, no estĂĄn ya sujetos a la ley. Las obras de la carne se manifiestan en adulterio, fornicaciĂłn, inmundicia, lascivia, idolatrĂa, hechicerĂas, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejĂas, envidias, homicidios, borracheras, orgĂas, y cosas semejantes a Ă©stas. Acerca de ellas les advierto, como ya antes les he dicho, que los que practican tales cosas no heredarĂĄn el reino de Dios. Pero el fruto del EspĂritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Contra tales cosas no hay ley. Y los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el EspĂritu, vivamos tambiĂ©n segĂșn el EspĂritu. GĂĄlatas 5:16-25
Y allĂ el Señor le dijo: «¿QuĂ© haces aquĂ, ElĂas?» Y ElĂas respondiĂł: «Es muy grande mi amor por ti, Señor, Dios de los ejĂ©rcitos. Los israelitas se han olvidado de tu pacto, han destruido tus altares, han matado a tus profetas, ÂĄy sĂłlo quedo yo! Pero me andan buscando para quitarme la vida.» Entonces el Señor le dijo: «Sal de tu cueva y espĂ©rame en el monte, delante de mĂ.» ElĂas pudo sentir que el Señor estaba pasando, porque se desatĂł un viento poderoso que a su paso desgajaba los montes y partĂa las rocas. Pero el Señor no estaba en el huracĂĄn. Tras el viento vino un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego. Pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Luego vino un silvo apacible y delicado, y cuando ElĂas lo percibiĂł, se cubriĂł el rostro con su manto y se quedĂł a la entrada de la cueva; entonces escuchĂł una voz que le preguntaba: «¿QuĂ© haces aquĂ, ElĂas?» 1 Reyes 19:9b-13
CuĂdame, oh Dios, porque en ti busco refugio. Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tĂș. Fuera de ti, no poseo bien alguno». Salmo 16:1-2 (NVI)