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ALIMENTO DIARIO
El texto para hoy lo encontramos en Mateo capítulo 23 … versículos 1 al 7, 11 y 12 … donde dice:
Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: «Los escribas y los fariseos se apoyan en la cátedra de Moisés. Así que ustedes deben obedecer y hacer todo lo que ellos les digan, pero no sigan su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra. Imponen sobre la gente cargas pesadas y difíciles de llevar, pero ellos no mueven ni un dedo para levantarlas. Al contrario, todo lo que hacen es para que la gente los vea. Ensanchan sus filacterias y extienden los flecos de sus mantos, y les encanta ocupar los mejores asientos en las cenas y sentarse en las primeras sillas de las sinagogas, y que la gente los salude en las plazas y los llame: «¡Rabí, Rabí!»… El que sea más importante entre ustedes, sea siervo de todos. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mateo 23:1-7, 11-12).
Lleno de ira, el rey se levantó… mientras que Amán se quedó para suplicarle a la reina Ester que le perdonara la vida… Cuando el rey volvió… y vio que Amán estaba recostado sobre el lecho donde estaba Ester, le dijo: «¿Acaso quieres también violar a la reina en mi propia casa?» Al proferir el rey estas palabras, le cubrieron el rostro a Amán. Entonces Jarboná… dijo: «En la casa de Amán hay una horca … La mandó hacer Amán para colgar a Mardoqueo, que fue quien habló en favor del rey.» Y el rey ordenó: «¡Cuelguen de ella a Amán!» Y así Amán fue colgado en la horca que había mandado preparar para Mardoqueo (Ester 7:7-10a).
La reina Ester respondió: «Si en verdad soy del agrado de Su Majestad, y si a Su Majestad le parece bien, mi petición es que se me conceda la vida de mi pueblo y mi propia vida. Porque a mi pueblo y a mí se nos ha vendido. ¡Se nos quiere destruir, matar y exterminar! …» «El enemigo y adversario es este malvado Amán.» Entonces Amán se trastornó ante el rey y la reina (Ester 7:3-4a, 6).
Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas… y vestían ropas blancas… Entonces uno de los ancianos me dijo: «Y estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son? ¿De dónde vienen?» … Entonces él me dijo: «Éstos han salido de la gran tribulación. Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios… No volverán a tener hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el calor los molestará, porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los llevará a fuentes de agua de vida, y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima» (Apocalipsis 7:9, 13, 14b, 15a, 16-17).
Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» … Entonces uno de los ancianos me dijo: «Y estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son? ¿De dónde vienen?» Yo le respondí: «Señor, tú lo sabes.» Entonces él me dijo: «Éstos han salido de la gran tribulación. Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, y le rinden culto en su templo de día y de noche; y el que está sentado en el trono los protege con su presencia. No volverán a tener hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el calor los molestará, porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los llevará a fuentes de agua de vida, y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima» (Apocalipsis 7:9-10, 13-17).
El Señor habló con Moisés, y le dijo: «Habla con toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: »Ustedes deben ser santos porque yo, el Señor su Dios, soy santo… »No seas injusto en el juicio. »No favorezcas al pobre ni complazcas al poderoso. »Trata a tu prójimo con justicia. »No propagues chismes entre tu pueblo. »No atentes contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. »No abrigues en tu corazón odio contra tu hermano. »Razona con tu prójimo, para que no te hagas cómplice de su pecado. »No te vengues, ni guardes rencor contra los hijos de tu pueblo. »Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor (Levítico 19:1-2, 15-18).
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Y todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Si quieren recibirlo, él es Elías, el que había de venir. El que tenga oídos para oír, que oiga. Pero ¿con qué compararé a esta generación? Se parece a los niños que se sientan en las plazas y les gritan a sus compañeros: «Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron; entonamos cantos fúnebres, y ustedes no lloraron.» Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen que tiene un demonio; luego vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y lo califican de glotón y borracho, y de ser amigo de cobradores de impuestos y de pecadores. Pero a la sabiduría la reivindican sus hijos.» (Mateo 11:12-19).
Entonces Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» Le respondieron: «Nosotros somos descendientes de Abrahán, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir: «Ustedes serán libres»?» … Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo (Juan 8:31-33, 59).
Pero sabemos que todo lo que dice la ley, se lo dice a los que están bajo la ley, para que todos callen y caigan bajo el juicio de Dios, ya que nadie será justificado delante de Dios por hacer las cosas que la ley exige, pues la ley sirve para reconocer el pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, y de ello dan testimonio la ley y los profetas. La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él. Pues no hay diferencia alguna, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús (Romanos 3:19-24).
Luego vi otro ángel, el cual volaba en medio del cielo. Tenía el evangelio eterno para predicarlo a los habitantes de la tierra, es decir, a toda nación, raza, lengua y pueblo. Ese ángel decía con fuerte voz: «Teman a Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua» (Apocalipsis 14:6-7).