Call Us : +1 800 972-5442 (en español)
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores. Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies.» Mateo 9:35-38
Porque a su debido tiempo, cuando aún éramos débiles, Cristo murió por los pecadores. Es difícil que alguien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios muestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Con mucha más razón, ahora que ya hemos sido justificados en su sangre, seremos salvados del castigo por medio de él. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, mucho más ahora, que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación. Romanos 5:6-11
[Israel] Acamparon allí, delante del monte. El Señor llamó a Moisés desde el monte, y Moisés subió para hablar con Dios. Y Dios le dijo: «Habla con la casa de Jacob. Diles lo siguiente a los hijos de Israel: «Ustedes han visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo los he tomado a ustedes y los he traído hasta mí sobre alas de águila. Si ahora ustedes prestan oído a mi voz, y cumplen mi pacto, serán mi tesoro especial por encima de todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y un pueblo santo.» Éxodo 19:2b-6b
Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y de él somos. Somos su pueblo. ¡Somos las ovejas de su prado! Entremos por sus puertas y por sus atrios con alabanzas y con acción de gracias; ¡alabémosle, bendigamos su nombre! Salmo 100:3-4
Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7
Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado, y cuando lo vieron, lo adoraron. Pero algunos dudaban. Jesús se acercó y les dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» Mateo 28:16-20
Entonces Pedro se puso de pie, junto con los otros once, y con potente voz dijo: «Varones judíos, y ustedes, habitantes todos de Jerusalén, sepan esto, y entiendan bien mis palabras… »Varones israelitas, escuchen mis palabras: Jesús nazareno, que fue el varón que Dios aprobó entre ustedes por las maravillas, prodigios y señales que hizo por medio de él, como ustedes mismos lo saben… fue entregado conforme al plan determinado y el conocimiento anticipado de Dios, y ustedes lo aprehendieron y lo mataron por medio de hombres inicuos, crucificándolo. Pero Dios lo levantó, liberándolo de los lazos de la muerte, porque era imposible que la muerte lo venciera… Pues a este Jesús Dios lo resucitó, y de eso todos nosotros somos testigos. Y como él fue exaltado por la diestra de Dios, recibió del Padre la promesa del Espíritu Santo, y ha derramado esto que ahora están viendo y oyendo… »Sépalo bien todo el pueblo de Israel, que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo.» Hechos 2:14, 22, 23-24, 32-33, 36
Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: «¡Que haya luz!» Y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas. … Luego dijo Dios: «¡Que haya algo firme en medio de las aguas…». Dios llamó «cielos» a la bóveda. … También dijo Dios: «¡Que se junten en un solo lugar las aguas que están debajo de los cielos, y que se descubra lo seco!». Y así fue. … Después dijo Dios: «¡Que produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla, y árboles frutales …». Luego dijo Dios: «¡Que haya lumbreras en la bóveda celeste…!»… Y dijo Dios: «¡Que produzcan las aguas seres vivos, y aves que vuelen sobre la tierra, por la bóveda celeste!»… Luego dijo Dios: «¡Que produzca la tierra seres vivos según su género; y bestias, serpientes y animales terrestres según su especie!»… Entonces dijo Dios: «¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza!… Y Dios vio todo lo que había hecho, y todo ello era bueno en gran manera. Génesis 1:1-31 (extractos)
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, y la luna y las estrellas que has creado, me pregunto: ¿Qué es el ser humano, para que en él pienses? ¿Qué es la humanidad, para que la tomes en cuenta? Hiciste al hombre poco menor que un dios, y lo colmaste de gloria y de honra. Salmo 8:3-5
… bendito el hombre que confía en mí, que soy el Señor, y que en mí pone su confianza. Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos; echa sus raíces junto a las corrientes, y no se da cuenta cuando llega el calor; sus hojas siempre están verdes, y en los años de sequía no se marchita ni deja de dar fruto.» Jeremías 17:7-8