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ALIMENTO DIARIO
Al caer la noche, llegó Jesús con los doce. Ya sentados a la mesa, y mientras comían, Jesús dijo: «De cierto les digo que uno de ustedes me va a traicionar. Ahora está comiendo conmigo.» Ellos se pusieron muy tristes, y uno por uno comenzaron a preguntarle: «¿Seré yo?» Jesús les respondió: «Es uno de los doce, el que está mojando el pan en el plato conmigo. A decir verdad, el Hijo del Hombre sigue su camino, como está escrito acerca de él, ¡pero ay de aquél que lo traiciona! ¡Más le valdría no haber nacido!» Marcos 14:17-21
Mientras Jesús estaba en Betania, sentado a la mesa en la casa de Simón el leproso, llegó una mujer. Llevaba ésta un vaso de alabastro con perfume de nardo puro, que era muy costoso. Rompió el vaso de alabastro, y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… Jesús dijo: «… Ella ha efectuado en mí una buena obra… De cierto les digo que en cualquier parte del mundo donde este evangelio sea proclamado, también se contará lo que esta mujer ha hecho, y así será recordada.» Marcos 14:3, 6b, 9
Al enseñar Jesús en el templo, decía: «¿Cómo es que los escribas dicen que el Cristo es hijo de David? David mismo dijo, por el Espíritu Santo: «El Señor le dijo a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.» Y si David mismo lo llama Señor, ¿cómo, entonces, puede ser su hijo?» Y una gran multitud lo escuchaba de buena gana. Marcos 12:35-37
Se le acercaron entonces los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: … Se dio el caso de siete hermanos. El primero de ellos se casó, y murió… El segundo se casó con la viuda, y murió… En la resurrección, cuando todos resuciten, ¿esposa de cuál de ellos será esta mujer, puesto que los siete estuvieron casados con ella?» Jesús les respondió: «El error de ustedes es que no conocen las Escrituras ni el poder de Dios. Porque cuando los muertos resuciten, no se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos. Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés? Allí dice que Dios le habló en la zarza y le dijo: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Así que ustedes están muy equivocados, porque Dios no es un Dios de muertos, sino el Dios de los que viven.» Marcos 12:18, 20a, 21a, 23-27
Jesús comenzó a hablarles por medio de parábolas: «Un hombre plantó una viña… y la arrendó a unos labradores. A su debido tiempo, envió un siervo a los labradores para que le entregaran la parte de lo que la viña había producido. Pero los labradores lo agarraron y lo golpearon, y lo mandaron con las manos vacías. Volvió a enviarles otro siervo, pero a éste lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviar otro más, y a éste lo mataron. Después mandó a muchos otros… Todavía le quedaba uno a quien enviar, que era su hijo amado, y finalmente lo envió a ellos, pues pensó: «A mi hijo lo respetarán.» Pero aquellos labradores… lo agarraron y lo mataron, y luego arrojaron su cuerpo fuera de la viña. Marcos 12:1-8
Y mientras Jesús andaba por el templo, los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos se le acercaron y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te dio autoridad para hacerlo?» Jesús les dijo: «Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la responden, entonces les diré con qué autoridad hago esto. Díganme: el bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?» Ellos comenzaron a discutir entre sí: «Si decimos que era del cielo, él nos dirá: «Entonces, ¿por qué no le creyeron?» Y si decimos que era de los hombres…» Y es que tenían miedo de la gente, pues todos consideraban que Juan era un verdadero profeta. Entonces le respondieron a Jesús: «No lo sabemos.» Y Jesús les dijo: «Pues yo tampoco voy a decirles con qué autoridad hago todo esto.» Marcos 11:27b-33
Y al entrar Jesús en el templo comenzó a echar de allí a los que vendían y compraban en su interior. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, y no permitía que nadie atravesara el templo llevando algún utensilio; más bien, les enseñaba y les decía: «¿Acaso no está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones’? ¡Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones!» Marcos 11:15b-17
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre. Al ver de lejos una higuera con hojas, fue a ver si hallaba en ella algún higo; pero al llegar no encontró en ella más que hojas, pues no era el tiempo de los higos. Entonces Jesús le dijo a la higuera: «¡Que nadie vuelva a comer fruto de ti!» Y sus discípulos lo oyeron… A la mañana siguiente, cuando pasaron cerca de la higuera, vieron que ésta se había secado de raíz. Pedro se acordó y le dijo: «¡Mira, Maestro! ¡La higuera que maldijiste se ha secado!» Marcos 11:12-14, 20-21
Jesús entró en Jerusalén y se dirigió al templo. Después de mirar todo a su alrededor, se fue a Betania con los doce, pues ya estaba anocheciendo. Marcos 11:11
Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a él y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte.» Jesús les preguntó: «¿Qué quieren que haga por ustedes?» Ellos le respondieron: «Concédenos que, en tu gloria, uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Jesús les dijo: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Acaso pueden beber del mismo vaso del que yo bebo, o ser bautizados con el mismo bautismo que voy a recibir?» Ellos dijeron: «Sí podemos.» Entonces Jesús les dijo: «A decir verdad, beberán del vaso del que yo bebo, y recibirán el mismo bautismo que voy a recibir, pero no me corresponde concederles que se sienten a mi derecha o a mi izquierda, pues ya es de aquellos para quienes está preparado.» Marcos 10:35-40