
"Zacarías e Isabel"
Ambos eran justos delante de Dios y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Lucas 1:6
Salmo 16
Lucas 1:5-25
Isabel y Zacarías tenían "la paciencia de un santo". Lo que más deseaba una mujer israelita era tener un hijo. Y lo que más deseaba un sacerdote era entrar en el lugar santísimo para ofrecer la ofrenda de la mañana, honor que acostumbraba recibirse una vez en la vida.
Pero ya habían llegado a la vejez e Isabel no tenía hijos, y Zacarías nunca había tenido el privilegio de servir en el lugar santísimo. De todas maneras, en vez de dejarse vencer por el desánimo, ambos cumplían fielmente sus labores sin sospechar el gran honor que Dios les tenía preparado.
Sin embargo, y a pesar de ser dignos de admiración, Zacarías e Isabel no fueron escogidos para ser los padres de Juan el Bautista porque lo merecieran por su fidelidad, sino por la gracia de Dios. Al igual que nosotros, ellos fueron pecadores declarados libres de culpa por la fe en el Salvador prometido, a quien su hijo anunciaría.
Zacarías diría claramente de su hijo Juan: "Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás delante de la presencia del Señor para preparar sus caminos, para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados" (Lucas 1:76-77).
Todos los que creen en Jesucristo como su Salvador tienen el perdón completo de sus pecados y la certeza de la salvación, sin importar el pasado. Esta es la verdad de Dios eterna e invariable, y la base de nuestro gozo en esta época de Adviento.
Porque sea en la juventud o en la vejez, en esta vida viajamos siempre con Cristo y su amor eterno.
ORACIÓN: Señor Jesús, gracias por todas las personas que me han ayudado a conocerte a ti y tu salvación. Amén.
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