PARA EL CAMINO

  • El envío de Jesús

  • julio 6, 2025
  • Rev. Laerte Tardelli Voss
  • Notas del sermón
  • © 2025 Cristo Para Todas Las Naciones
  • TEXTO: Lucas 10:1-20
    Lucas 10, Sermons: 9

  • Nuestra predicación hoy es bien misionera. Trata de este tema del llamado de Dios para que seamos Sus testigos, Sus mensajeros. Es lo que vemos en Lucas 10. Cómo Jesús llamó a Sus discípulos y también los envió a invitar a otros a creer en Él. Hay tres cosas que Jesús nos dice que da a cada uno de Sus discípulos: una misión, un mensaje y una motivación. Vamos a estudiar cada una de estas cosas.

    Primero, la misión. Dice el texto: “Después de esto, el Señor nombró a setenta y dos más y los envió de dos en dos delante de Él a toda ciudad y lugar adonde Él había de ir… ¡Vayan! Los envío...» Es la segunda vez que Jesús dio una misión a Sus seguidores. Ya lo había hecho en el capítulo anterior, cuando envió primero a los doce, y les dijo para predicar, a echar fuera demonios y a sanar a los enfermos. Predicar es comunicar. Echar fuera demonios es liberar a las personas de la influencia del Mal en sus vidas. Sanar a los enfermos significa curar sus males físicos. Si solo tuviéramos el capítulo 9 y no el capítulo 10, diríamos: “Ah, el clero. Los pastores y las diaconisas. Ese es su trabajo. Les pagamos para que lo hagan. No es mi trabajo”. Si tuviéramos solo el capítulo 9 y no el capítulo 10, sí, tal vez podríamos decir eso. Pero en el capítulo 10, Jesús reúne a 72 personas. Tal vez el número sea una casualidad, o tal vez el número sea simbólico, en Genesis 10 hay una lista de todas las naciones, había 72. De cualquier manera, Jesús está diciendo: “No son solo los líderes. No es solo el clero a quien envío”. Les invito a todos. Cada creyente tiene este honor y esta responsabilidad. Todos estamos en misión. “Los envío”.

    Casi puedes escuchar a Dios diciendo: “Mira, antes de que yo te llamara, cuando tenías que producir tu propio sentido de valor, cuando siempre estabas luchando y siempre perdiendo esa batalla contra ese sentimiento de insuficiencia, antes de que te diera una nueva vida, era comprensible que pudieras estar absorto en ti mismo, enfocado en tu propia vida, en tus propios problemas. Pero ya no. He llegado a tu vida. He perdonado tu pecado. He tratado tu vergüenza. He provisto la satisfacción para los más profundos anhelos de tu corazón. Te perdoné. Te hice mío en el día de tu bautismo. ¡Adelante! Te envío. Vive para los demás, ya no para ti mismo. Allá afuera hay algunas manos que solo tú puedes tomar. Hay algunas necesidades que quiero satisfacer a través de ti. Sí. Hay ciertas personas que Dios ha preparado para que seas el instrumento de Su gracia en sus vidas”.

    Esto es muy diferente a lo que muchos piensan hoy en día. Hay quienes piensan que la vida es un accidente. Que no tenemos ningún propósito. Heidegger lo llamó geworfenheit, que significa «arrojamiento». El creía que fuimos arrojados al mundo y que no hay una razón especial para que estés aquí. Pero Jesús dice: «No, no es ‘arrojamiento’, sino ‘misión’ lo que marca tu vida. Te envío». Todos y cada uno fuimos incluidos en la misión de Dios y somos invitados a participar.

    En segundo lugar, todos los que creen en Jesús tienen un mensaje para compartir. En otras palabras, somos enviados, pero ¿para qué somos enviados? Mira esta parte central. “Díganles, ‘El reino de Dios está cerca de ustedes’”. El reino de Dios ha llegado. Más abajo, en el versículo 16: “El que los escucha a ustedes, me escucha a mí…”. Hay algo a comunicar.

    El mensaje que Jesús nos da es llamado Evangelio. ¿Qué significa la palabra evangelio? En tiempos antiguos, un evangelio era la noticia de un evento que cambiaba la historia, un evento que cambiaba la situación de todos. Los heraldos la llevaban por todas partes. Corrían de pueblo en pueblo, proclamando, “Escuchen…la importante noticia, escuchen el evangelio”.

    El ejemplo más famoso de esto fue en el año 490 a.C., en la batalla de Maratón. Los persas estaban invadiendo Grecia, y el ejército ateniense salió a las llanuras de Maratón a luchar contra los persas. Todos esperaban que los persas ganaran. Todos en Atenas sabían que en cuanto los persas rompieran las líneas del ejército, quedarían indefensos, así que estaban en pánico. Pero para sorpresa de todos, los atenienses ganaron. Tan pronto como ganaron, se dieron cuenta de que necesitaban comunicar la buena noticia, el evangelio. Se dieron cuenta de que, a menos que enviaran la noticia, podría haber pánico en las calles. Podría haber saqueos y la gente se atropellaría en sus intentos por salir de la ciudad. Necesitaban comunicar el evangelio. Era crucial que el increíble evento que cambiaba la historia fuera comunicado lo antes posible. Entonces enviaron a un solo mensajero, un corredor, y él corrió todo el camino de Maratón a Atenas. 35 kilómetros. De ahí proviene nuestra distancia moderna de maratón. Corrió hacia la ciudad y lo único que pudo hacer fue gritar, “¡Regocíjense! ¡Hemos triunfado!” y se cayó muerto por el esfuerzo de la carrera.

    Cuando Jesucristo dijo, “Vayan y proclamen el Evangelio a toda criatura,” estaba hablando de una noticia aún más increíble y transformadora, no solo para una sola ciudad, sino para todo el mundo. Eso queda más claro al final de Lucas, pero ya aquí, en el versículo 18 se puede intuir, Dice Jesús: “Vi a Satanás caer del cielo como un rayo”. ¿Qué significa eso? Les estaba revelando: “Muchachos, estuve allí antes de los cimientos del mundo. Estuve allí antes de que existiera el universo. Soy la segunda persona de la Trinidad. Soy Dios. Vi a Satanás caer del cielo como un rayo, Satanás ese que empezó todo el caos en el mundo, pero ahora estoy aquí para hacer algo que va a cambiar la historia, para arreglar las cosas. El reino de Dios está llegando. Lleven esa noticia”.

    ¿Te das cuenta de la importancia del mensaje? No llevar esa noticia a toda criatura sería una tragedia. Imagínense encontrar la cura para el cáncer y decir, “Solo la voy a mantener dentro de mi familia. Los voy a sanar cuando se enfermen y tengan cáncer. Estaremos bien, pero no quiero que nadie más lo sepa”. Eso sería terrible, una de las cosas más malvadas que alguien podría hacer. El Evangelio de la venida y obra de Jesús es aún más importante, pues impacta no solo esta vida, sino la eternidad. Merece ser compartida y Dios cuenta con nosotros para esa misión.

    Hay una misión y hay un mensaje, pero el texto también nos da la motivación. Versículo 17: “Los setenta y dos regresaron con gozo y dijeron: ‘Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre’”. Jesús no aprueba 100% esa alegría, Jesús se preocupa con la manera que están usando la autoridad que les está dando. Miren su respuesta: “No se alegren de que los espíritus se les sometan, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo”.

    ¿Cuál es el problema aquí? Jesús está diciendo que hay una clase de motivación para hablar de Él, para salir y dar testimonio de Dios, hay una clase de motivación que en realidad es mala. No es útil. Y hay una clase que sí lo es. Averiguar la diferencia es muy importante. Por un lado, veamos lo que dice que no debemos hacer. Él dice, “… no se alegren de que los espíritus se les someten …” ¿Qué tiene de malo eso? ¿Por qué no estar emocionados por el hecho de que personas que habían estado esclavizadas por fuerzas espirituales, fueron liberadas?

    Por supuesto que no hay algo malo en eso. Pero los discípulos no estaban felices por eso.  Ellos no regresaron diciendo “¡Guau, Señor! Hemos ayudado a la gente. Las personas están liberadas. Las familias han vuelto a estar juntas. Guau, Señor. Hemos ayudado a muchos”. No, señor. Eso no es lo que dicen. Lo que dicen es, “¡Guau, Señor! Realmente somos algo. Somos especiales, somos héroes. Incluso los demonios se nos someten”. ¿Ves la diferencia?

    Para entender mejor lo que Jesús nos está enseñando, hay que mirar la segunda parte. ¿Qué significa eso que Jesús dijo sobre que sus nombres están escritos? Hoy en día puede que no entendamos la fuerza de lo que Jesús estaba hablando. Nuestro nombre está por todos los lados. Está en internet, está en los registros de las compañías de tarjeta de crédito. Sin embargo, antes de la impresión, si tu nombre estaba escrito, eras alguien. En cada ciudad había un registro que era como un censo. Pero solo las personas importantes tenían sus nombres allí. El Rey Enrique V habló de esto, la gloria en tener el nombre registrado, recordado. Tener un nombre en la antigüedad significaba ser un noble, ser alguien. Todos los demás eran solo sirvientes, artesanos, criados, etc., pero tener un nombre significaba que eras alguien. De cierta manera, aún es verdad hoy. El cantante colombiano Carlos vives cantó en Gotas frías sobre la importancia de dejar una huella con su nombre: “Y mi nombre es un recuerdo, que se quedó en la memoria, y es un orgullo para mi tierra”. Ven, esa preocupación por tener un nombre que sea recordado. Jesús estaba diciendo, “No quiero que te preocupes más por eso. No tienes que pensar en ser reconocido cuando salgas a hablar de mí. Que tu nombre se ha hecho famoso. No está ahí tu valor. No vales por lo que produces, por tus dones, por tus resultados, ni en tus resultados en alcanzar personas para mí. Ese orgullo fue lo que hizo caer a Satanás. Ese orgullo te va a hacer ver a las personas como números, simplemente, como trofeos. Miren todas las personas que me están escuchando, y mira todas las cosas que estoy haciendo. Esa motivación no es buena.

    No se alegren que los espíritus se les someten, no se alegren que tienen este poder, no se alegren con su desempeño. Les tengo un camino, una motivación más sana, dice Jesús. Alégrense que sus nombres están escritos en el cielo. No es que sus nombres estarán escritos un día, no… ya están escritos. ¿Cuál es la diferencia? Las personas creían que cuando llegara el Día del Juicio, se abrirían los libros, y en esos libros estarían todas las cosas que habrías hecho. Si tus buenas acciones eran suficientes, tu nombre estaría en el libro de la vida. Jesús dice: “Déjame decirte algo: tu nombre ya está escrito”. Ya está. No tienes que esperar que tu vida termine, para contabilizar tus obras, tus resultados. Ya puedes alegrarte hoy, no por lo que haces por mí, sino por lo que yo hice por ti. Lo que hice por ti es suficiente”.

    La puerta en la que hemos estado tocando toda nuestra vida… ser alguien, nuestro nombre recordado, reconocido, escrito en algún lugar importante, ya no tenemos más que tocar. Esa puerta está abierta. No por nuestro desempeño. Eso nos libera de estar obcecados, deprimidos, si las personas nos van a escuchar o no. Ser testigos del Evangelio no es como trabajar para una empresa, dónde somos obligados a dar resultado. Estamos libres de esa presión, y libres de construir nuestra dignidad por lo que hacemos.  “No te regocijes en lo que has hecho. Regocíjate en quién eres en mí, y estarás absolutamente seguro. Tu nombre ha sido escrito. Ya está allí”.

    ¿Cómo puedo estar seguro de eso? Cuando Moisés vio la ira de Dios contra el pueblo de Israel en el capítulo 32 de Éxodo, dijo: “Por favor, perdona su pecado, Señor, pero si no lo haces, borra mi nombre del libro. Bórrame. Por favor, perdónalos, y si no puedes, borra mi nombre en lugar de ellos”. ¿Qué dice Dios? “Voy a borrar sus nombres del libro, pero ahora ve y guíalos al lugar del que te hablé, y mi ángel irá delante de ti”. Moisés dice: “Tú eres un Dios justo, y me doy cuenta de que por lo que han hecho sus nombres deben ser borrados del libro, pero los amo y quiero que se salven, así que borra mi nombre. Déjame tomar el castigo”. Dios dice: “Bueno, es cierto. No puedo pasar por alto los pecados de la gente. Sí se merecen que yo borre sus nombres del libro, pero Moisés… no te preocupes por eso… sigue tu vida, sigue la misión, tú ve y guíalos. Yo continuaré guiándolos”. ¿Qué le estaba diciendo Dios? Dios le estaba diciendo a Moisés, tienes razón Moisés, para que yo no borre sus nombres del libro de la vida, por sus pecados, alguien tendrá que pagar por ellos…. Y gracias por ser voluntario, pero no serás tú. Tú no tienes la capacidad para hacerlo. Sigue guiándolos, pues un día enviaré al que va a pagar, al que va a salvar, un día… el día llegó cuando Jesús vino al mundo. El reino de Dios ha llegado. Y Cristo pagó por los pecados del pueblo, pagó por los pecados del mundo entero, pagó por nuestros pecados, y ahí está la garantía.

    Porque Jesús tomó tu lugar y pagó por tus pecados, tu nombre ya está escrito y no será borrado. Ahí está nuestra garantía de que somos valiosos para Dios y ahí está nuestra motivación para ser un testigo del Evangelio, un mensajero de las buenas noticias del perdón que hay en Cristo. Es la motivación que nos hará humildes y valientes a la vez. Valientes porque podemos hablar de Cristo sin preocupar lo que la gente piense, o con los resultados. Los resultados están a cargo del Espíritu Santo. A nosotros solo nos toca sembrar la Palabra. Pero necesitamos la valentía, porque no siempre será fácil. Les enviaré como corderos en medio de lobos, dice Jesús. Va a ver oposición, crítica, y por eso también podemos notar que Jesús les envió de dos en dos, para tener apoyo y ayuda. Y por eso cuando hoy cumplimos nuestra misión contamos con la Iglesia a nuestro lado, lo hacemos individualmente pero también junto con los hermanos en la fe. Eso también nos mantiene con la chispa y valentía, pero siempre con humildad, con dulzura, como corderos, dice Jesús. Porque las personas que eventualmente rechacen el mensaje, por sus pecados, las podemos entender, ser pacientes con ellas, no tenemos que enojarnos o sentirnos superiores, porque no somos mejores que ellas. También somos pecadores y nuestros nombres sólo están escritos porque hemos recibido la paciencia y la misericordia y perdón de Dios. Podemos ser pacientes y seguir sembrando, con amor y respeto. Y no solo con palabras, sino también con obras. Salimos hablando, pero también coherentemente, salimos sanando, salimos amando, salimos sirviendo. Lo podemos hacer.  Nuestra salvación, nuestra alegría y nuestra motivación está solamente en la gracia de Dios. Alégrense porque sus nombres ya están escritos en el cielo. Que Dios nos use para inscribir los nombres de muchos más. ¿Con quienes vas a hablar hoy? Aquí estamos en Cristo Para Todas Las Naciones para ayudarte. Amén.