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ALIMENTO DIARIO
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (Mateo 6:12).
El perdón es un tema central en la vida cristiana, y Jesús lo destaca claramente cuando nos enseña a orar. Entender y vivir el perdón según los principios del Reino de Dios significa reconocer la gracia inmensa que Cristo nos ha ofrecido y dejar que esa gracia transforme nuestras actitudes hacia quienes nos han hecho daño. Y es crucial considerar cómo podemos practicar este perdón de manera realista y justa, especialmente en situaciones difíciles.
La quinta petición en la lectura de hoy nos enseña que, así como necesitamos el perdón de Dios por nuestras propias faltas, también debemos estar dispuestos a perdonar a los demás. Jesús nos enseña que el perdón de Dios es fundamental para nuestra vida, y que debemos reflejar ese perdón en nuestras relaciones. No se trata solo de pedir perdón, sino de vivirlo, mostrando gracia y comprensión hacia quienes nos han ofendido, tal como Dios lo hace con nosotros.
Y cuando enfrentamos dificultades para perdonar, recordemos que es Cristo quien, con su gracia, nos sostiene y nos capacita para hacerlo. Él nos da el poder de vivir en perdón y reconciliación. En nuestras fallas y debilidades, su perdón sigue siendo suficiente, y su gracia nos renueva constantemente.
Cabe aclarar que perdonar en casos de crimen o daño grave implica una comprensión cuidadosa de las circunstancias. El perdón no significa ignorar la justicia o permitir que continúe el daño. En tales situaciones, es importante tomar medidas legales y proteger a los que sufren. El perdón se refiere a la actitud del corazón hacia el ofensor, no a la ausencia de justicia.
Perdonar no requiere necesariamente restaurar la relación si eso no es seguro o apropiado. Significa liberar el rencor y el deseo de venganza, mientras se toman medidas adecuadas para protegerse y buscar justicia. Se trata de una actitud interna en la que dejamos de desear el mal para el ofensor.
En casos así, es recomendable buscar ayuda pastoral para manejar el perdón de manera que sea saludable y realista, cuidando la seguridad y el bienestar de todos los involucrados. El perdonar es una cuestión de actitud del corazón y no necesariamente de restaurar una relación dañina o ignorar las medidas de justicia necesarias.
Padre nuestro, perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo te agobia el no perdonar y el no recibir perdón?
* ¿Existen personas en tu vida con quienes no estás en paz porque no las has perdonado?
Diaconisa Noemí Guerra
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