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ALIMENTO DIARIO
... volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. Jesús le dijo: "¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?" Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: "Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él". "María", le dijo Jesús. Juan 20:14b-16a.... volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. Jesús le dijo: "¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?" Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: "Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él". "María", le dijo Jesús. Juan 20:14b-16a.
A algunas personas les gustan mucho las sorpresas. A otras, no tanto. Es que todo depende del tipo de sorpresa del que estemos hablando.
La mayoría de nosotros, si pudiéramos, trataríamos de evitar la sorpresa que recibió una familia de un suburbio de Chicago.
Unas semanas atrás, esta familia fue al velatorio de Lillian Grogan, su abuela de 91 años. Pero grande fue la sorpresa cuando la persona que encontraron dentro del cajón no era la abuela, ¡a pesar de estar vestida con su vestido favorito, y de llevar puesto su brazalete preferido!
Aparentemente, la funeraria confundió a las dos señoras.
Como venía diciendo, ese es el tipo de sorpresas que uno quisiera evitar tener. En algunos aspectos, esa sorpresa no es muy diferente de la que tuvo María Magdalena cuando fue a visitar la tumba de Jesús: en vez de encontrar el cuerpo del Maestro, encontró su tumba vacía.
Sin lugar a dudas por su mente deben haber pasado muchos pensamientos: ‘¿Habrán llevado su cuerpo a otro lugar, lo habrá robado? Si es así, ¿quién lo habrá hecho, y por qué?’
La triste sorpresa de María fue totalmente transformada cuando escuchó a Jesús decir su nombre: «María».
Luego de haber resistido las tentaciones de Satanás y evitado todo pecado, Jesús había conquistado la muerte. Resucitado y vivo para toda la eternidad, Jesús le dio a María la sorpresa más maravillosa que este mundo pecador y nuestras almas -antes perdidas- jamás hayan tenido.
Jesús vive, y porque él vive, todos los que creen en él vivirán para siempre.
Y esa, mis queridos amigos, es una sorpresa que vale la pena recibir, aceptar, y creer.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, nadie esperaba que vencieras la muerte. Sin embargo, tu resurrección es real, y porque tú vives, nosotros también viviremos. Cualquiera sean las sorpresas que el mundo me dé, ayúdame a aferrarme siempre a ti, el Señor que está a mi lado en todo momento, y que me llama por mi nombre. En tu nombre. Amén.