"Libertad invisible"

Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y guardará del mal (2 Tesalonicenses 3:3).

¿Te ha pasado que, en medio de la rutina diaria, se te olvida que estás en una constante batalla espiritual? A mí sí. Y es que es fácil enfocarnos en lo que vemos y podemos tocar y se nos olvida lo invisible.

Por ejemplo: tu celular se conecta a las ondas de radio invisibles, que están en todas partes, viajando de antena en antena, trayendo mensajes y conexiones de un lugar a otro. No las vemos, y se nos olvida que existen, pero están ahí, permitiendo que escuches a los demás y te escuchen a ti.

Así es la vida espiritual. Aunque no puedas ver al enemigo, el diablo siempre está buscando cómo desanimarte y separarte de la paz que Dios te da. Sin embargo, en la lectura de hoy, Dios nos da una promesa que es tan real y constante como esas ondas invisibles: El Señor es fiel, y él te fortalecerá y guardará del mal. Pablo escribe esto a una iglesia que enfrenta persecución y dificultad, recordándoles que, aunque el mal sea real, Dios es aún más real y fiel.

Por eso oramos en la Séptima Petición del Padrenuestro: «Mas libranos del mal». Con esta petición rogamos «que el Padre celestial nos libre de todo lo que pueda perjudicar nuestro cuerpo y nuestra alma, nuestros bienes y honra, y que, al fin, cuando llegue nuestra última hora, nos conceda un fin bienaventurado, y, por su gracia, nos lleve de este valle de lágrimas al cielo, para morar con él».

Y Jesús ya respondió nuestra oración. Él mismo enfrentó al mal por ti y por mí y, en la Cruz, lo venció por completo, dándonos una libertad que va más allá de lo que podemos ver.

Padre nuestro, líbranos del mal. Amén.

Para reflexionar:
*Toma un momento para reflexionar en tu libertad invisible mientras cantas «Castillo fuerte es nuestro Dios». Lo puedes encontrar en el himnario Culto Cristiano página 129. Ésta es la estrofa 3:

Aunque estén demonios mil, Prontos a devorarnos,
No temeremos porque Dios, Sabrá aún prosperarnos
Que muestre su vigor,
Satán y su furor, Dañarnos no podrá
Pues condenado es ya, Por la Palabra santa.

Diaconisa Noemí Guerra

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