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ALIMENTO DIARIO
Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7
El Pastor Berry vivió por el 1800, pero su pensamiento era de vanguardia. Con esto último quiero decir que, al igual que muchos predicadores contemporáneos, nunca tomó en serio la idea que Jesús es el Salvador enviado del cielo.
Poco después de comenzar a trabajar en su primera iglesia en Inglaterra, ya tarde en la noche alguien golpeó a la puerta de su casa. Se trataba de una niña que, por la apariencia de su ropa, parecía ser bastante pobre.
La niña le dijo que, si era un Pastor, necesitaba que fuera con ella para ayudarla con su mamá. Asumiendo que la mamá de la niña era alcohólica y estaba tirada en alguna parte, Berry le sugirió que fuera a la estación de policía que se encontraba a tan sólo unas cuadras de allí.
Pero la niña se rehusó, y le dijo: «Mi mamá se está muriendo, y necesito que usted la ayude a entrar al cielo». Ya al lado del lecho de la moribunda, Berry le comenzó a hablar acerca del Jesús que no condena a nadie, sino que ama a todos por igual. La madre lo interrumpió, y le dijo: «Pastor, esas palabras no me ayudan para nada. Yo tengo miedo. ¿Hay algo que pueda ayudar a una pobre alma pecadora a ser salva?»
Años más tarde, el Reverendo Berry confesó: «Ahí estaba yo, ante una mujer moribunda, y no sabía qué decirle. Entonces recordé cosas que había aprendido de mi madre. Recordé que ella me hablaba de la cruz, y me decía que Cristo puede y quiere perdonar y salvar a los pecadores».
Al escuchar esas palabras, a la mujer le corrían lágrimas por el rostro. «Ahora sí me está ayudando», le dijo. El Pastor Berry dijo que ese día Dios no sólo llevó a esa mujer al cielo, sino también a él.
Berry descubrió lo que muchos otros han descubierto: que los pecadores necesitan un Salvador. No es suficiente con decir que Jesús fue un gran maestro, filósofo, educador, o bienhechor. Primero y antes que nada, Jesús siempre debe ser el Hijo perfecto de Dios cuya sangre nos limpia de todo pecado.
Es mi oración que él sea el Salvador que usted conoce… el Salvador a quien usted ama, porque él le amó primero.
ORACIÓN: Señor Jesús, el mundo trata de maximizar tu humanidad y minimizar tu divinidad. Ayúdame a mantenerme firme y a compartir el mensaje que tan claramente nos ha sido dado en la Santa Escritura. En tu nombre. Amén.
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