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ALIMENTO DIARIO
Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" Juan 11:25-26Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" Juan 11:25-26
Permítanme contarles una historia que pasó en la India por los años 1850 en la casa del Gobernador General británico, quien invitó a los residentes más importantes de la comunidad británica para celebrar el cumpleaños de la Reina.
Mientras los adultos comentaban las situaciones políticas recientes, los niños quedaron en libertad de andar por la residencia y jugar a su antojo. De vez en cuando, uno de ellos se atrevía a interrumpir a los adultos con alguna pregunta, pero nadie le prestaba mucha atención. Lo mismo sucedió cuando un niño de tres años de edad apareció en el salón donde estaban los adultos, sosteniendo en sus manos un trofeo.
Nadie le prestó mucha atención hasta que alguien se dio cuenta que lo que en realidad tenía en sus manos era una serpiente venenosa. Su padre, con toda la calma posible, le dijo que la pusiera inmediatamente en el suelo.
El niño pudo haber pensado que su padre le estaba arruinando su pasatiempo, pudo haber salido corriendo para defender su tesoro, o pudo haber negociado con su padre la orden que este le dio. Con cualquiera de estas alternativas el niño podría haber sido picado por la serpiente y muerto. Sin embargo, él obedeció a su padre y, como resultado a su obediencia, vivió.
Así como ese niño obedeció, nosotros también debemos obedecer lo que nuestro Padre amantísimo nos dice en la Sagrada Escritura, porque en ella encontramos el camino de nuestra salvación.
Cuando nuestro Padre celestial nos dice que nos alejemos completamente del pecado, debemos hacerlo sin pensarlo dos veces. Cuando nos dice: «Este es mi Hijo amado, óiganlo a él», debemos poner toda nuestra atención en él. Cuando Jesús nos dice: «Crean en mí, y nunca morirán», debemos agradecerle y depositar toda nuestra confianza de salvación en sus manos heridas en la cruz.
Doy gracias a Dios porque usted está leyendo este devocional, y le invito a que se una conmigo en oración por todos aquéllos que piensan que Dios no es más que una molestia, por los que prefieren hacer su voluntad y no la de Él, por los que quieren seguir guardando su víbora de desobediencia e incredulidad.
ORACIÓN: Dios de amor, porque me amas enviaste a tu Hijo para ser mi Salvador. Dame un corazón nuevo que esté de acuerdo con tu santa voluntad, y escucha mis plegarias por aquellos a quienes amo tanto, pero que rehúsan acercarse a ti. Haz que crean en ti antes que sea demasiado tarde. Lo pido con toda mi fe en el bendito nombre de mi Salvador. Amén.
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