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ALIMENTO DIARIO
DespuĂ©s de eso volverĂ© a mi santo lugar, hasta que ellos reconozcan su pecado y busquen mi rostro. Porque en su angustia me buscarĂĄn… ÂĄVengan, volvamos nuestros ojos al Señor! Ciertamente Ă©l nos arrebatĂł, pero nos sanarĂĄ; nos hiriĂł, pero vendarĂĄ nuestras heridas; DespuĂ©s de dos dĂas nos darĂĄ vida, y al tercer dĂa nos resucitarĂĄ para que vivamos en su presencia (Oseas 5:15-6:2).
Dios, a quien sirvo con todo mi corazĂłn predicando el evangelio de su Hijo, es testigo de que los recuerdo siempre en mis oraciones, y de que en ellas le ruego que, si es su voluntad, me conceda que por fin pueda ir a visitarlos. Porque deseo verlos… Pero quiero que sepan, hermanos, que muchas veces me propuse ir a visitarlos para tener tambiĂ©n entre ustedes algĂșn fruto, como entre los otros hermanos no judĂos, pero hasta ahora he encontrado obstĂĄculos… AsĂ que, por mi parte, estoy dispuesto a anunciarles el evangelio tambiĂ©n a ustedes, los que estĂĄn en Roma (Romanos 1:9-11a, 13, 15).
Por tanto, vayan y hagan discĂpulos en todas las naciones, y bautĂcenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del EspĂritu Santo (Mateo 28:19)
Pero los once discĂpulos se fueron a Galilea, al monte que JesĂșs les habĂa señalado, y cuando lo vieron, lo adoraron. Pero algunos dudaban. JesĂșs se acercĂł y les dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discĂpulos en todas las naciones, y bautĂcenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del EspĂritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estarĂ© con ustedes todos los dĂas, hasta el fin del mundo.» AmĂ©n (Mateo 28:16-20).
Entonces Pedro se puso de pie, junto con los otros once, y con potente voz dijo: «Varones judĂos, y ustedes, habitantes todos de JerusalĂ©n, sepan esto, y entiendan bien mis palabras. … Varones israelitas, escuchen mis palabras: JesĂșs nazareno, que fue el varĂłn que Dios aprobĂł entre ustedes por las maravillas, prodigios y señales que hizo por medio de Ă©l, como ustedes mismos lo saben, fue entregado conforme al plan determinado y el conocimiento anticipado de Dios, y ustedes lo aprehendieron y lo mataron por medio de hombres inicuos, crucificĂĄndolo. Pero Dios lo levantĂł, liberĂĄndolo de los lazos de la muerte, porque era imposible que la muerte lo venciera. De Ă©l dice David: Siempre veĂa al Señor ante mĂ. Ăl estĂĄ a mi derecha, y nada me perturbarĂĄ. … Pues a este JesĂșs Dios lo resucitĂł, y de eso todos nosotros somos testigos» (Hechos 2:14, 22-25, 32).
Dios, en el principio, creĂł los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacĂa, las tinieblas cubrĂan la faz del abismo, y el espĂritu de Dios se movĂa sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: «¥Que haya luz!» Y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena, y separĂł Dios la luz de las tinieblas; a la luz, Dios la llamĂł «DĂa», y a las tinieblas las llamĂł «Noche». CayĂł la tarde, y llegĂł la mañana. Ăse fue el dĂa primero (GĂ©nesis 1:1-5).
BendecirĂ© a JehovĂĄ que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia. A JehovĂĄ he puesto siempre delante de mĂ; Porque estĂĄ a mi diestra, no serĂ© conmovido. Se alegrĂł por tanto mi corazĂłn, y se gozĂł mi alma; Mi carne tambiĂ©n reposarĂĄ confiadamente; Porque no dejarĂĄs mi alma en el Seol, Ni permitirĂĄs que tu santo vea corrupciĂłn. Me mostrarĂĄs la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre (Salmo 16:7-11 RVR1960)
Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve… ÂżY quĂ© mĂĄs puedo decir? Tiempo me faltarĂa para hablar de GedeĂłn, de Barac, de SansĂłn, de JeftĂ©, de David, asĂ como de Samuel y de los profetas, que por la fe conquistaron reinos, impartieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de flaqueza, llegaron a ser poderosos en batallas y pusieron en fuga a ejĂ©rcitos extranjeros… Otros sufrieron burlas y azotes, y hasta cadenas y cĂĄrceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de un lado a otro cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pobres, angustiados y maltratados (Hebreos 11:1, 32-34, 36-37).
En el Ășltimo y gran dĂa de la fiesta, JesĂșs se puso en pie y en voz alta dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mĂ y beba. Del interior del que cree en mĂ, correrĂĄn rĂos de agua viva, como dice la Escritura.» JesĂșs se referĂa al EspĂritu que recibirĂan los que creyeran en Ă©l. El EspĂritu aĂșn no habĂa venido, porque JesĂșs aĂșn no habĂa sido glorificado (Juan 7:37-39)
Cuando llegĂł el dĂa de PentecostĂ©s, todos ellos estaban juntos y en el mismo lugar. De repente, un estruendo como de un fuerte viento vino del cielo, y soplĂł y llenĂł toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron unas lenguas como de fuego, que se repartieron y fueron a posarse sobre cada uno de ellos. Todos ellos fueron llenos del EspĂritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, segĂșn el EspĂritu los llevaba a expresarse (Hechos 2:1-4).