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ALIMENTO DIARIO
Pero ésta es la hora de ustedes, la hora del poder de las tinieblas (Lucas 22:53b).
Cuando los que estaban con Ă©l se dieron cuenta de lo que pasaba, le dijeron: «Señor, Âżechamos mano a la espada?» Uno de ellos hiriĂł a un siervo del sumo sacerdote, y le cortĂł la oreja derecha. Pero JesĂșs les dijo: «¥Basta! ÂĄDĂ©jenlos!» TocĂł entonces la oreja de aquel hombre, y lo sanĂł (Lucas 22:49-51).
Mientras JesĂșs estaba hablando, se hizo presente una turba, al frente de la cual iba Judas, que era uno de los doce y que se acercĂł a JesĂșs para besarlo. JesĂșs le dijo: «Judas, Âżcon un beso entregas al Hijo del Hombre?» (Lucas 22:47-48).
Cuando llegĂł a ese lugar, JesĂșs les dijo: «Oren para que no caigan en tentaciĂłn.» Luego, se apartĂł de ellos a una distancia como de un tiro de piedra, y allĂ se arrodillĂł y orĂł. Y decĂa: «Padre, si quieres, haz que pase de mĂ esta copa; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» … Lleno de angustia, oraba con mĂĄs intensidad. Y era su sudor como grandes gotas de sangre que caĂan hasta la tierra. Cuando JesĂșs se levantĂł despuĂ©s de orar, fue a donde estaban sus discĂpulos, y a causa de la tristeza los hallĂł durmiendo (Lucas 22:40-42, 44-45).
Luego JesĂșs les preguntĂł: «Cuando los enviĂ© sin bolsa, sin alforja y sin calzado, Âżles faltĂł algo?» Ellos respondieron: «Nada.» Entonces JesĂșs les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa, que la tome, junto con la alforja. Y el que no tenga espada, que venda su capa y se compre una. Porque yo les digo que todavĂa se tiene que cumplir en mĂ aquello que estĂĄ escrito: «Y fue contado entre los pecadores.» Porque lo que estĂĄ escrito acerca de mĂ, tiene que cumplirse.» Ellos le dijeron: «Señor, ÂĄaquĂ hay dos espadas!» Y JesĂșs respondiĂł: «¥Basta!» (Lucas 22:35-38).
El Señor dijo tambiĂ©n: «SimĂłn, SimĂłn, SatanĂĄs ha pedido sacudirlos a ustedes como si fueran trigo; pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tĂș, cuando hayas vuelto, deberĂĄs confirmar a tus hermanos» (Lucas 22:31-32).
Pero sepan que la mano del que me va a traicionar estĂĄ sobre esta mesa, conmigo. A decir verdad, el Hijo del Hombre va, segĂșn lo que estĂĄ determinado; pero ÂĄay de aquĂ©l que lo va a traicionar!» Ellos comenzaron a preguntarse unos a otros, quiĂ©n de ellos serĂa capaz de hacer esto (Lucas 22:21-23).
Cuando llegĂł la hora, JesĂșs se sentĂł a la mesa y los apĂłstoles se sentaron con Ă©l. Entonces les dijo: «¥CĂłmo he deseado comer con ustedes esta pascua, antes de que padezca! Porque yo les digo que no volverĂ© a comerla hasta su cumplimiento en el reino de Dios» (Lucas 22:14-16).
LlegĂł el dĂa de los panes sin levadura, cuando es necesario sacrificar el cordero de la pascua. JesĂșs enviĂł a Pedro y a Juan con estas instrucciones: «Vayan a preparar todo para que comamos la pascua.» Los discĂpulos partieron, y encontraron todo tal y como JesĂșs se lo habĂa dicho, y prepararon la pascua (Lucas 22:7-8, 13).
Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley buscaban algĂșn modo de acabar con JesĂșs, porque temĂan al pueblo. Entonces entrĂł SatanĂĄs en Judas, uno de los doce, al que llamaban Iscariote. Este fue a los jefes de los sacerdotes y a los capitanes del Templo para tratar con ellos cĂłmo les entregarĂa a JesĂșs. Ellos se alegraron y acordaron darle dinero. Ăl aceptĂł y comenzĂł a buscar una oportunidad para entregarles a JesĂșs cuando no hubiera gente (Lucas 22:2-6 NVI).