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ALIMENTO DIARIO
Señor, he oído hablar de tus hechos, y saberlo me llena de temor. Vuelve a actuar, Señor, en estos tiempos; date a conocer en nuestros días, y si te enojas, recuerda que eres compasivo (Habacuc 3:2-3).
La visión va a tardar todavía algún tiempo, pero su cumplimiento se acerca, y no dejará de cumplirse. Aunque tarde, espera a que llegue, porque vendrá sin falta. No tarda ya (Habacuc 2:3).
El SEÑOR Todopoderoso responde: «Yo estoy por enviar a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. De pronto vendrá a su templo el Señor a quien ustedes buscan; vendrá el mensajero del pacto, en quien ustedes se complacen». (Malaquías 3:1 NVI)
Y habrá de día un cobertizo para dar sombra ante el calor abrasador, y para refugio y protección de la tormenta y del aguacero (Isaías 4:6 RVA-2015).
Señor, nuestra esperanza reposa en el camino de tu justicia; son tu nombre y tu memoria el mayor deseo de nuestra alma. Por las noches te desea mi alma, y mientras haya en mí un hálito de vida, te buscaré por la mañana porque, cuando tú emites un juicio, los que habitan este mundo aprenden a hacer justicia (Isaías 26:8-9).
El Dios de ustedes dice: «Consuelen a mi pueblo; ¡consuélenlo! ¡Hablen al corazón de Jerusalén! ¡Díganle a voz en cuello que ya se ha cumplido su tiempo, que su pecado ya ha sido perdonado; que ya ha recibido de manos del Señor el doble por todos sus pecados (Isaías 40:1-2).
Yo los recogeré de todas las naciones y países, y los traeré de vuelta a su tierra. Esparciré agua limpia sobre ustedes, y ustedes quedarán limpios de todas sus impurezas, pues los limpiaré de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo, y pondré en ustedes un espíritu nuevo; les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen, y les daré un corazón sensible. Pondré en ustedes mi espíritu, y haré que cumplan mis estatutos, y que obedezcan y pongan en práctica mis preceptos. Y ustedes habitarán en la tierra que les di a sus padres, y serán mi pueblo, y yo seré su Dios (Ezequiel 36:24-28).
Su salvación está cerca de quienes le temen, para que su gloria se asiente en nuestra tierra. Se encontrarán la misericordia y la verdad, se besarán la justicia y la paz. Desde la tierra brotará la verdad, y desde los cielos observará la justicia. Además, el Señor nos dará buenas cosas, y nuestra tierra producirá buenos frutos. Delante de él irá la justicia, para abrirle paso y señalarle el camino (Salmo 85:9-13).
Señor, tú has sido propicio a tu tierra: has hecho volver a Jacob de su cautividad, has perdonado la iniquidad de tu pueblo, has perdonado todos sus pecados, has reprimido completamente tu enojo, has alejado de ti el ardor de tu ira. ¡Ahora restáuranos, Dios de nuestra salvación! ¡Deja ya de estar airado contra nosotros! ¿Acaso vas a estar enojado con nosotros siempre? ¿Mantendrás tu ira de una generación a otra? ¿Acaso no volverás a darnos vida, para que este pueblo tuyo se regocije en ti? Señor, ¡danos muestras de tu misericordia! ¡Concédenos tu salvación! (Salmo 85:1-7).
Tú, Belén Efrata, eres pequeña para estar entre las familias de Judá; pero de ti me saldrá el que será Señor en Israel. Sus orígenes se remontan al principio mismo, a los días de la eternidad. El Señor los entregará hasta el momento en que dé a luz la que ahora está encinta y el resto de sus hermanos vuelva con los hijos de Israel. Se levantará para guiarlos con el poder del Señor, con la grandeza del nombre del Señor su Dios; y ellos vivirán tranquilos porque él será engrandecido hasta los confines de la tierra. Y él será nuestra paz (Miqueas 5:2-5a).