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ALIMENTO DIARIO
Pues no tengo dudas de que las aflicciones del tiempo presente en nada se comparan con la gloria venidera que habrĂĄ de revelarse en nosotros … porque sabemos que toda la creaciĂłn hasta ahora gime a una, y sufre como si tuviera dolores de parto. Y no sĂłlo ella, sino tambiĂ©n nosotros… Porque con esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza, porque ÂżquiĂ©n espera lo que ya estĂĄ viendo? Pero si lo que esperamos es algo que todavĂa no vemos, tenemos que esperarlo con paciencia. De igual manera, el EspĂritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos quĂ© nos conviene pedir, pero el EspĂritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles… Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que Ă©l ha llamado de acuerdo a su propĂłsito… y a los que llamĂł, tambiĂ©n los justificĂł; y a los que justificĂł, tambiĂ©n los glorificĂł (Romanos 8:18-30).
AsĂ que, hermanos, tenemos una deuda pendiente, pero no es la de vivir en conformidad con la carne, porque si ustedes viven en conformidad con la carne, morirĂĄn; pero si dan muerte a las obras de la carne por medio del EspĂritu, entonces vivirĂĄn. Porque los hijos de Dios son todos aquellos que son guiados por el EspĂritu de Dios. Pues ustedes no han recibido un espĂritu que los esclavice nuevamente al miedo, sino que han recibido el espĂritu de adopciĂłn, por el cual clamamos: ÂĄAbba, Padre! El EspĂritu mismo da testimonio a nuestro espĂritu, de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos tambiĂ©n herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Ă©l, para que juntamente con Ă©l seamos glorificados (Romanos 8:12-17).
Por tanto, no hay ninguna condenaciĂłn para los que estĂĄn unidos a Cristo JesĂșs, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al EspĂritu, porque la ley del EspĂritu de vida en Cristo JesĂșs me ha librado de la ley del pecado y de la muerte… Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del EspĂritu es vida y paz. Las intenciones de la carne llevan a la enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; ademĂĄs, los que viven segĂșn la carne no pueden agradar a Dios… Y si el EspĂritu de aquel que levantĂł de los muertos a JesĂșs vive en ustedes, el que levantĂł de los muertos a Cristo JesĂșs tambiĂ©n darĂĄ vida a sus cuerpos mortales por medio de su EspĂritu que vive en ustedes (Romanos 8:1-11).
Juan se presentĂł en el desierto, y bautizaba y proclamaba el bautismo de arrepentimiento para el perdĂłn de pecados… Al predicar, Juan decĂa: «DespuĂ©s de mĂ viene uno mĂĄs poderoso que yo. ÂĄYo no soy digno de inclinarme ante Ă©l para desatarle la correa de su calzado! A ustedes yo los he bautizado con agua, pero Ă©l los bautizarĂĄ con el EspĂritu Santo.» Por esos dĂas llegĂł JesĂșs desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el JordĂĄn. En cuanto JesĂșs saliĂł del agua, vio que los cielos se abrĂan y que el EspĂritu descendĂa sobre Ă©l como una paloma. Y desde los cielos se oyĂł una voz que decĂa: «TĂș eres mi Hijo amado, en quien me complazco» (Marcos 1:4,7-11).
Cuando [los sabios de Oriente] entraron en la casa, vieron al niño con su madre MarĂa y, postrĂĄndose ante Ă©l, lo adoraron. Luego, abrieron sus tesoros y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Pero como en sueños se les advirtiĂł que no volvieran a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro camino (Mateo 2:11-12).
A ustedes, los que me escuchan, les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, y oren por quienes los calumnian… Traten a los demĂĄs como ustedes quieran ser tratados (Lucas 6:27-28, 31).
Ahora escuchen con cuidado, ustedes los que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y estaremos allĂĄ un año, y haremos negocios, y ganaremos dinero.» ÂĄSi ni siquiera saben cĂłmo serĂĄ el dĂa de mañana! ÂżY quĂ© es la vida de ustedes? Es como la neblina, que en un momento aparece, y luego se evapora. Lo que deben decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello (Santiago 4:13-15).
ÂżDe dĂłnde vienen las guerras y las peleas entre ustedes? ÂżAcaso no vienen de sus pasiones, las cuales luchan dentro de ustedes mismos?… Por lo tanto, somĂ©tanse a Dios; opongan resistencia al diablo, y Ă©l huirĂĄ de ustedes. AcĂ©rquense a Dios, y Ă©l se acercarĂĄ a ustedes. ÂĄLĂmpiense las manos, pecadores!… ÂĄHumĂllense ante el Señor, y Ă©l los exaltarĂĄ! (Santiago 4:1, 7-8a, 10).
La sabidurĂa que viene de lo alto es, ante todo, pura, y ademĂĄs pacĂfica, amable, benigna, llena de compasiĂłn y de buenos frutos, ecuĂĄnime y genuina (Santiago 3:17).
Cuando los ĂĄngeles volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a BelĂ©n, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha dado a conocer.» AsĂ que fueron de prisa, y hallaron a MarĂa y a JosĂ©, y el niño estaba acostado en el pesebre. Al ver al niño, contaron lo que se les habĂa dicho acerca de Ă©l (Lucas 2:15-17).