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ALIMENTO DIARIO
Por tanto, es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que nos extraviemos. Porque si el mensaje anunciado por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió su justo castigo, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron (Hebreos 2:1-3).
Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo (Hebreos 1:1-2).
Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a hablar con los principales sacerdotes para entregarles a Jesús. Cuando ellos lo oyeron, se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas comenzó a buscar el mejor momento de entregarlo (Marcos 14:10-11).
[Jesús les dijo:] A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, y cuando quieran podrán hacer por ellos algo bueno. Pero a mí no siempre me tendrán. Esta mujer ha hecho lo que pudo. Se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. De cierto les digo que en cualquier parte del mundo donde este evangelio sea proclamado, también se contará lo que esta mujer ha hecho, y así será recordada» (Marcos 14:7-9).
Mientras Jesús estaba en Betania, sentado a la mesa en la casa de Simón el leproso, llegó una mujer. Llevaba ésta un vaso de alabastro con perfume de nardo puro … y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Algunos de los que allí estaban se enojaron internamente, y dijeron: «¿Por qué se ha desperdiciado así este perfume? ¡Podría haberse vendido por más de trescientos denarios, y ese dinero habérselo dado a los pobres!» Y se enojaron mucho contra ella. Pero Jesús dijo: «Déjenla tranquila. ¿Por qué la molestan? Ella ha efectuado en mí una buena obra (Marcos 14:3-6).
Por medio de engaños, los principales sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús para matarlo (Marcos 14:1b).
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Marcos 13:31)
Si el Señor no hubiera acortado esos días, no habría quien se salvara; pero los ha acortado por causa de sus elegidos. Así que si alguien les dice: «¡Miren, aquí está el Cristo!»; o «¡Miren, allí está!», no le crean. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, de ser posible incluso a los elegidos. Pero ustedes, tengan cuidado. Ya los he prevenido de todo (Marcos 13:20-23).
Jesús salía del templo cuando uno de sus discípulos le dijo: «Maestro, ¡mira qué piedras! ¡Qué edificios!» Jesús le dijo: «¿Ves estos grandes edificios? Pues no va a quedar piedra sobre piedra. Todo será derribado.» Estaba Jesús sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, cuando Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron por separado: «Dinos, ¿cuándo sucederá todo esto? ¿Y cuál será la señal de que todas estas cosas están por cumplirse?» Jesús les respondió: «Cuídense de que nadie los engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, y dirán: «Yo soy el Cristo,» y a muchos los engañarán» (Marcos 13:1-6).
Uno de los escribas, que había estado presente en la discusión y que vio lo bien que Jesús les había respondido, le preguntó: «De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?» Jesús le respondió: «El más importante es: «Oye, Israel: el Señor, nuestro Dios, el Señor es uno.» Y «amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.» El segundo en importancia es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay otro mandamiento más importante que éstos» (Marcos 12:28-31).