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ALIMENTO DIARIO
Cuando Pedro los vio, les dijo: «Varones israelitas, ¿qué es lo que les asombra? … El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, que es el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien ustedes entregaron y negaron delante de Pilato, cuando éste ya había resuelto ponerlo en libertad. Pero ustedes negaron al Santo y Justo, y pidieron que se les entregara un homicida. Fue así como mataron al Autor de la vida, a quien Dios resucitó de los muertos. De eso nosotros somos testigos… Por lo tanto, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, para que sus pecados les sean perdonados y Dios haga venir sobre ustedes tiempos de alivio y les envíe a Cristo Jesús, que ya les fue anunciado (Hechos 3:12-15, 19-20).
Por eso cada uno de ustedes debe desechar la mentira y hablar la verdad con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Enójense, pero no pequen; reconcíliense antes de que el sol se ponga, y no den lugar al diablo (Efesios 4:25-27).
En los días en que los jueces gobernaban en Israel, hubo mucha hambre en la tierra, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, junto con su mujer y sus dos hijos. Ese hombre se llamaba Elimelec, y su mujer, Noemí; sus hijos se llamaban Majlón y Quelión, y habían nacido en Efrata, de Belén de Judá. Cuando llegaron a los campos de Moab, se quedaron a vivir allí. Pero murió Elimelec, marido de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. Más tarde, ellos se casaron con unas moabitas, una de las cuales se llamaba Orfa, y la otra Rut, y se quedaron a vivir en Moab durante unos diez años. Pero también murieron Majlón y Quelión, y Noemí se quedó desamparada, sin marido ni hijos (Rut 1:1-5).
Y al que puede fortalecerlos conforme a mi evangelio y a la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ahora ha sido revelado por medio de las Escrituras de los profetas, y que de acuerdo al mandamiento del Dios eterno se ha dado a conocer a todas las naciones para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea la gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén (Romanos 16:25-27).
Pero les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza que ustedes han recibido, y que se aparten de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a su propio vientre, y con palabras suaves y lisonjeras engañan al corazón de los ingenuos. La obediencia de ustedes ha llegado a ser bien conocida por todos, lo que me llena de alegría por ustedes; pero quiero que sean sabios para el bien, e ingenuos para el mal. Muy pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes (Romanos 16:17-20).
La noche de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada en un lugar, por miedo a los judíos. En eso llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «La paz sea con ustedes»… Entonces Jesús les dijo una vez más: «La paz sea con ustedes. Así como el Padre me envió, también yo los envío a ustedes.» Y habiendo dicho esto, sopló y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les serán perdonados; y a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados»… Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez a puerta cerrada, y Tomás estaba con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús llegó, se puso en medio de ellos y les dijo: «La paz sea con ustedes» (Juan 20:19-26).
Al pasar, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: «Rabí, ¿quién pecó, para que éste haya nacido ciego? ¿Él, o sus padres?» Jesús respondió: «No pecó él, ni tampoco sus padres. Más bien, fue para que las obras de Dios se manifiesten en él (Juan 9:1-3).
Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea. Les pido que la reciban en el Señor, como merecen ser recibidos los santos, y que la ayuden en cualquier cosa que necesite de ustedes, porque ha ayudado a muchos, y también a mí mismo. Saluden a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que arriesgaron su vida por mí. Tanto yo como todas las iglesias de los no judíos les estamos muy agradecidos… Salúdense unos a otros con un beso santo. Todas las iglesias en Cristo los saludan (Romanos 16:1-4, 16).
…iré a visitarlos ahora que vaya a España. Espero verlos cuando pase por allá, y que me ayuden a continuar con mi viaje, luego de haber disfrutado de su compañía. Pero ahora voy a Jerusalén para servir a los santos… Así que, cuando esto haya concluido y yo les haya entregado este fruto, pasaré a visitarlos de camino a España, y sé que, cuando los visite, llegaré con la abundante bendición del evangelio de Cristo. Pero les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayuden con sus oraciones a Dios por mí… para que, por la voluntad de Dios, llegue a ustedes gozoso y pueda descansar entre ustedes. Que el Dios de paz sea con todos ustedes. Amén (Romanos 15:24,25,28-30,32,33).
Lunes de Pascua Pero después Jesús se apareció, en otra forma, a dos de ellos que iban de camino al campo. Ellos fueron y se lo contaron a los otros; y ni aun a ellos les creyeron. Finalmente se apareció a los once mismos, mientras ellos estaban sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y obstinación, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea, será condenado (Marcos 16:12-16).