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ALIMENTO DIARIO
Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con una funciĂłn particular. (1 Corintios 12:27).
Porque ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, y se aferran a la tradiciĂłn de los hombres» …TambiĂ©n les dijo: «¥QuĂ© bien invalidan ustedes el mandamiento de Dios, para mantener su propia tradiciĂłn! (Marcos 7:8a-9).
El que perdona el pecado, busca afecto; el que lo divulga, aleja al amigo (Proverbios 17:9).
Como estĂĄ escrito: «Las cosas que ningĂșn ojo vio, ni ningĂșn oĂdo escuchĂł, ni han penetrado en el corazĂłn del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman.» Pero Dios nos las revelĂł a nosotros por medio del EspĂritu, porque el EspĂritu lo examina todo, aun las profundidades de Dios. Porque ÂżquiĂ©n de entre los hombres puede saber las cosas del hombre, sino el espĂritu del hombre que estĂĄ en Ă©l? AsĂ mismo, nadie conoce las cosas de Dios, sino el EspĂritu de Dios (1 Corintios 2:9-11).
Entonces JesĂșs le dijo: «Un hombre ofreciĂł un gran banquete, e invitĂł a muchos. A la hora del banquete enviĂł a su siervo a decir a los invitados: «Vengan, que la mesa ya estĂĄ servida.» Pero todos ellos comenzaron a disculparse. … Entonces el dueño de la casa … le dijo a su siervo: «Ve enseguida por las plazas y por las calles de la ciudad, y trae acĂĄ a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos» (Lucas 14:16-18a, 21b).
Si te escondes de ellos, se desconciertan; si les retiras su espĂritu, mueren y vuelven al polvo. Pero si envĂas tu espĂritu, vuelven a la vida, y asĂ renuevas la faz de la tierra (Salmo 104:29-30).
Yo soy el pan vivo que descendiĂł del cielo. Si alguno come de este pan, vivirĂĄ para siempre; y el pan que yo darĂ© es mi carne, la cual darĂ© por la vida del mundo.» Los judĂos discutĂan entre sĂ, y decĂan: «¿Y cĂłmo puede Ă©ste darnos a comer su carne?» JesĂșs les dijo: «De cierto, de cierto les digo: Si no comen la carne del Hijo del Hombre, y beben su sangre, no tienen vida en ustedes… El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mĂ, y yo en Ă©l (Juan 6:51-53, 56).
Pero el Señor le dijo: «No te dejes llevar por su apariencia ni por su estatura, porque éste no es mi elegido. Yo soy el Señor, y veo mås allå de lo que el hombre ve. El hombre mira lo que estå delante de sus ojos, pero yo miro el corazón» (1 Samuel 16:7).
Estoy persuadido de que el que comenzĂł en ustedes la buena obra, la perfeccionarĂĄ hasta el dĂa de Jesucristo (Filipenses 1:6).
Nosotros somos hechura suya; hemos sido creados en Cristo JesĂșs para realizar buenas obras, las cuales Dios preparĂł de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas (Efesios 2:10).