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ALIMENTO DIARIO
Nosotros anunciamos a Cristo, y amonestamos y enseñamos a todo el mundo en toda sabiduría, a fin de presentar perfecta en Cristo Jesús a toda la humanidad. Colosenses 1:28
(Jesús dijo:) «Las que son mis ovejas, oyen mi voz; y yo las conozco, y ellas me siguen. Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. El Padre y yo somos uno.» (Juan 10:27-30)
Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» Todos los ángeles estaban de pie, alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y delante del trono inclinaron el rostro y adoraron a Dios. Decían: «¡Amén! A nuestro Dios sean dadas la bendición y la gloria, la sabiduría y la acción de gracias, y la honra, el poder y la fortaleza, por los siglos de los siglos. ¡Amén!» Entonces uno de los ancianos me dijo: «Y estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son? ¿De dónde vienen? …el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los llevará a fuentes de agua de vida, y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima.» (Apocalipsis 7:9-13, 17)
Ustedes saben cómo me he comportado todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia. Saben que he servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, y que he sido puesto a prueba por las intrigas de los judíos. También saben que no me he negado a serles útil, y que en público y en las casas he anunciado y enseñado a los judíos y a los no judíos que deben volverse a Dios, y tener fe en nuestro Señor Jesucristo. (Hechos 20:18-21)
Sé que tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida, y que en tu casa, oh Señor, viviré por largos días. (Salmo 23:6)
Por tanto, imiten a Dios, como hijos amados. Vivan en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios, de aroma fragante. (Efesios 5:1-2)
Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos, junto al lago de Tiberias; y lo hizo de esta manera: …Al descender a tierra, vieron brasas puestas, un pescado encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de pescar.» Simón Pedro salió del agua y sacó la red a tierra, llena de grandes pescados. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de ser tantos la red no se rompió. Jesús les dijo: «Vengan a comer.» Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Tú, quién eres?», pues sabían que era el Señor. Entonces, Jesús tomó el pan y les dio de él, lo mismo que del pescado. Ésta era la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos. (Juan 21:1, 9-14)
Y uno de los ancianos me dijo: «No llores, pues el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido y puede abrir el libro y quitarle sus siete sellos.» En ese momento vi un Cordero en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos. Estaba de pie, y parecía haber sido inmolado. …El Cordero se acercó al que estaba sentado en el trono, y de su mano derecha tomó el libro.
(Apocalipsis 5:5, 6a-7)
En Damasco había un discípulo llamado Ananías, que había tenido una visión en la que el Señor lo llamaba por su nombre. Ananías había respondido: «Aquí me tienes, Señor.» El Señor le dijo: «Levántate y ve a la calle llamada ‘Derecha’; allí, en la casa de Judas, busca a un hombre llamado Saulo, que es de Tarso y está orando. Saulo ha tenido una visión, en la que vio que un varón llamado Ananías entraba y le imponía las manos, con lo que le hacía recobrar la vista.» Ananías respondió: «Pero, Señor, he sabido que este hombre ha tratado muy mal a tus santos en Jerusalén. También sé que los principales sacerdotes le han dado autoridad para aprehender a todos los que invocan tu nombre.» Y el Señor le dijo: «Ve allá, porque él es para mí un instrumento escogido. Él va a llevar mi nombre a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel. Yo le voy a mostrar todo lo que tiene que sufrir por causa de mi nombre.» Ananías fue y, una vez dentro de la casa, le impuso las manos y le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.» Al momento, de los ojos de Saulo cayó algo que parecían escamas, y éste recibió la vista. Luego que se levantó, fue bautizado; y después de comer recobró las fuerzas y durante algunos días se quedó con los discípulos que estaban en Damasco. (Hechos 9:10-19)
Su enojo dura sólo un momento, pero su bondad dura toda la vida.
Tal vez lloremos durante la noche, pero en la mañana saltaremos de alegría. (Salmo 30:5)