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ALIMENTO DIARIO
Jesús les dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy a orar.» Se llevó consigo a Pedro, Jacobo y Juan, y comenzó a entristecerse y angustiarse. Les dijo: «Siento en el alma una tristeza de muerte. Quédense aquí, y manténganse despiertos.» Se fue un poco más adelante y, postrándose en tierra, oró que, de ser posible, no tuviera que pasar por ese momento. Decía: «¡Abba, Padre! Para ti, todo es posible. ¡Aparta de mí esta copa! Pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.» Marcos 14:32-36
Jesús les dijo: «Todos ustedes se escandalizarán de mí esta noche, porque está escrito: ‘Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.’ Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de ustedes a Galilea.» Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.» Jesús le dijo: «De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.» Pedro le dijo: «Aun cuando tenga yo que morir contigo, jamás te negaré.» Y todos los discípulos dijeron lo mismo. Mateo 26:31-35
Los discípulos tuvieron una discusión en cuanto a quién de ellos sería el mayor. Pero Jesús les dijo: «… el mayor entre ustedes tiene que hacerse como el menor; y el que manda tiene que actuar como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor? ¿El que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿Acaso no es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve. Lucas 22:24-27
Jesús… se quitó su manto y, tomando una toalla, se la sujetó a la cintura; luego puso agua en un recipiente y comenzó a lavar los pies de los discípulos, para luego secárselos con la toalla que llevaba en la cintura. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «Señor, ¿tú me lavas los pies?» Juan 13:3-6
Allí le ofrecieron una cena, y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados con él a la mesa. Entonces María tomó unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, que era muy caro, y con él ungió los pies de Jesús, y con sus cabellos los enjugó. Y la casa se llenó con el olor del perfume. Juan 12:2-3
Con todo eso, muchos creyeron en él, incluso algunos de los gobernantes; pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Y es que amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. Juan 12:42-43
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como junta la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! ¡Miren cuán desolada se queda la casa de ustedes! Porque yo les digo que no volverán a verme, hasta que digan: ‘Bendito el que viene en el nombre del Señor.’ Mateo 23:37-39
Finalmente, les envió a su hijo, pues decía: «A mi hijo lo respetarán.» Pero cuando los labradores vieron al hijo, dijeron entre sí: «Éste es el heredero. Vamos a matarlo, y así nos quedaremos con su herencia.» Entonces, lo sacaron de la viña y lo mataron. Mateo 21:37-39
Los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te dio esta autoridad?» Jesús les respondió: «Yo también les haré una pregunta. Si me la contestan, también yo les diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?» Ellos discutían entre sí, y decían: «Si decimos que era del cielo, él nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creyeron?’ Y si decimos que era de los hombres, tenemos miedo de la gente, porque todos consideran que Juan era un profeta.» Mateo 21:23-26
Al entrar Jesús en el templo comenzó a echar de allí a los que vendían y compraban en su interior. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, y no permitía que nadie atravesara el templo llevando algún utensilio; más bien, les enseñaba y les decía: «¿Acaso no está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones’? ¡Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones!» Marcos 11:15-17