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ALIMENTO DIARIO
En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías, cuya esposa, Elisabet, era descendiente de Aarón. Ambos eran íntegros delante de Dios y obedecían de manera irreprensible todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril y los dos eran ya muy ancianos. (Lucas 1:5-7)
Tú, Belén Efrata, eres pequeña para estar entre las familias de Judá; pero de ti me saldrá el que será Señor en Israel. Sus orígenes se remontan al principio mismo, a los días de la eternidad. (Miqueas 5:2)
Una vara saldrá del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces. (Isaías 11:1)
Porque un niño nos ha nacido, ¡un hijo nos ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el principado, y su nombre será «Consejero admirable», «Dios fuerte», «Padre Eterno» y «Príncipe de paz». La extensión de su imperio y la paz en él no tendrán límite. (Isaías 9:6-7a)
Pues ahora el Señor mismo les dará una señal: La joven concebirá, y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel. (Isaías 7:14)
Yo te prometo que te haré descansar de tus enemigos, y te aseguro que tendrás muchos descendientes. Cuando te llegue el momento de ir a descansar con tus padres, yo elegiré a uno de tus propios hijos y afirmaré su reinado. Será él quien me edifique un templo, y afirmaré su trono para siempre. Yo seré un padre para él, y él me será un hijo… Tus descendientes vivirán seguros y afirmaré tu trono, el cual permanecerá para siempre. (2 Samuel 7:11b-14a, 16)
Tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te esparcirás hacia el occidente y el oriente, hacia el norte y el sur. En ti y en tu simiente serán bendecidas todas las familias de la tierra. (Génesis 28:14)
Pero el Señor le había dicho a Abrán: «Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Yo haré de ti una nación grande. Te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan; y en ti serán benditas todas las familias de la tierra». Y Abrán se fue, tal y como el Señor le dijo, y Lot se fue con él. (Génesis 12:1-4a)
Dios el Señor dijo entonces a la serpiente: «Yo pondré enemistad entre la mujer y tú, y entre su descendencia y tu descendencia; ella te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón.» (Génesis 3: 14a-15)