+1 800 972-5442 (en español)
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
Y todo lo que hagan, ya sea de palabra o de hecho, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. Colosenses 3:17Y todo lo que hagan, ya sea de palabra o de hecho, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. Colosenses 3:17
Hace ya muchos años, fui invitado a un almuerzo en la Iglesia Ortodoxa Griega.
Después del almuerzo, junto con mi amigo visitamos el santuario, el cual hacía poco tiempo que había sido remodelado. Mientras caminábamos por una de las naves, una señora ya de edad se me acercó y, sin la menor duda, me confundió con uno de los ministros de la iglesia y me besó en la mano.
Fue un momento muy emocionante… y nadie me puede decir que fue inmerecido. Sin embargo, me di cuenta que ella estaba honrando más a la iglesia, que a la persona que tenía en frente. Con toda seguridad yo estaba al frente como uno de los santos que nunca pensé que podría llegar a ser.
Algo que aprendí en mis años de ministerio fue que los santos de Dios no siempre están donde uno quisiera. Como prueba de ello, les comparto la siguiente oración que fuera escrita por una jovencita de 19 años de edad cuando trabajaba como sirvienta en Londres, por allá en los años 1800s.
La oración muestra que ella trabajaba de 12 a 15 horas diarias seis días por semana. Es una oración válida para todos los que se preguntan si será que Dios los puede usar. Dice así:
«Dios de todos mis sartenes y ollas, y todo lo demás que hay en esta cocina… Ya que no tengo tiempo para ser una santa haciendo cosas buenas, o disfrutando las horas de la noche leyendo tu Palabra, o soñando a la luz del amanecer, permíteme, entonces, ser una santa haciendo mi trabajo de cocinera y lavando platos. Aún cuando tengo las manos de Marta, tengo la mente de María; por lo que, mientras lustro las botas y los zapatos de mis patrones, ¡veo tus sandalias, Señor! Cada vez que limpio los pisos, pienso cuánto anduvieron por el mundo. Acepta esta meditación, Señor, porque no tengo tiempo para más. Calienta esta cocina con tu amor, y alúmbrala con tu paz. Perdona todas mis preocupaciones, y ayúdame a no rezongar. Tú, que con tu amor le diste comida al hambriento en su casa, o en el mar, acepta este servicio que hago – pues lo hago para ti. Amén.»
Qué cosas tan maravillosas puede hacer el Espíritu Santo con un corazón lleno de ternura. Que vida tan bendecida pueden tener quienes conocen al Señor como su Salvador. Oro porque esta oración sea también su oración.
ORACIÓN: Padre celestial, gracias por todas tus bendiciones, porque tú, como mi Salvador, me salvaste y permaneces junto a mí. Te pido que todo lo que yo haga, así sea pequeño o grande, refleje al mundo el amor que tú le das a mi vida. En tu bendito nombre oro. Amén.
© Copyright 2011 Cristo Para Todas Las Naciones