"Tarjeta celestial ilimitada"

Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos, para todos los que están lejos, y para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios llame (Hechos 2:39).

Cuando nuestros hijos comenzaron a conducir, les dimos una tarjeta de nuestro banco para emergencias. Ellos confiaban plenamente en que esa tarjeta funcionaría porque sabían que nosotros estábamos detrás de esa promesa. Les decíamos que nos avisaran antes de usarla porque obviamente no tenemos fondos ilimitados. Ellos usaban esa tarjeta con seguridad porque confiaban en nosotros y en nuestra palabra.

El Bautismo es como una tarjeta celestial llena de las promesas de Dios. Y esa sí tiene fondos ilimitados de gracia, perdón y vida eterna. Pero ¿quién recibe esos beneficios? El Bautismo les da esas bendiciones a todos los que creen en las promesas salvadoras de Dios. Y no es que la fe convierte al Bautismo en lo que es, sino que es el medio por el cual recibimos las bendiciones que ya están ahí, como la tarjeta de banco para nuestros hijos.

Pedro lo explica claramente en la lectura de hoy. Estas promesas son para todos los que creen, sin importar su edad, su historia o lo lejos que se encuentren.

También lo vemos claramente en Hechos 16:25-34. Cuando Pablo y Silas, encarcelados, le hablaron al carcelero de las promesas de Dios, él preguntó: «¿Qué debo hacer para ser salvo?» La respuesta fue simple: «Cree en el Señor Jesús, y serás salvo tú y tu casa». Esa misma noche, él y su familia escucharon la Palabra, creyeron y fueron bautizados. Fue su fe en la promesa de Dios lo que les permitió recibir las bendiciones del Bautismo.

Dios ha preparado esta «tarjeta celestial» para ti también. Y no depende de lo que hagas, sino de lo que Él ya hizo en Cristo. Ahora puedes compartir esta buena noticia con alguien más.

Padre nuestro, gracias porque en Cristo nos has dado la tarjeta celestial de nuestro Bautismo llena de gracia, perdón y vida eterna, asegurada por su muerte y resurrección. En el nombre de Jesús. Amén.

Para reflexionar:
* ¿Cómo has experimentado las promesas de Dios en tu vida, como si estuvieras usando esa «tarjeta celestial ilimitada»?
* ¿Con quién puedes compartir estas buenas noticias hoy?

Diaconisa Noemí Guerra

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