ALIMENTO DIARIO

  • "Respeto"


  • junio 21, 2011
  • Entonces el dueño de la viña dijo: "¿Qué haré? Voy a enviar a mi hijo amado. Tal vez, cuando lo vean, le tendrán respeto." Lucas 20:13Entonces el dueño de la viña dijo: "¿Qué haré? Voy a enviar a mi hijo amado. Tal vez, cuando lo vean, le tendrán respeto." Lucas 20:13


  • Hace algunos años, un padre muy sabio le dijo a su hijo: «Hijo, espero de todo corazón que me ames, pero eso es algo que dejo a tu criterio. Por otro lado, tengo algo para decirte en cuanto a respetarme. Toda mi vida traté de ser un hombre digno de tu respeto. Si no lo he logrado, me sentiré un fracaso. Hijo, quiero que me respetes».

    Con esa clase de actitud de parte del padre, no es ninguna sorpresa que el hijo le diera el respeto que merecía.

    Hace poco, un periodista escribió en un artículo cómo ha cambiado el significado de la palabra ‘respeto’. Dijo que actualmente, cada vez que alguien dice algo no muy agradable acerca de otra persona, se le acusa de no tener respeto por esa persona.

    Él concluye su artículo diciendo: «… nos hemos olvidado que el elemento esencial del respeto es que es algo que debe ser ganado, y no demandado». Haciendo referencia a ese artículo, otro autor escribió: «Hoy en día, quienes más insisten en demandar respeto son a menudo los que menos lo merecen».

    A los ciudadanos de este país se nos garantiza «la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad». En ninguna parte de la lista de nuestros derechos encontramos la palabra «respeto». Y tampoco es necesario que diga que muchas de las grandes personas de la historia (grandes porque lograron tener una gran fortuna, poder o fama) han demostrado no ser dignas de respeto.

    En contraste con ellos, y con toda la humanidad, tenemos al Salvador. Desde el pesebre de Belén hasta la tumba prestada de las afueras de Jerusalén, Jesucristo demostró ser digno de todo respeto. Cuando sus enemigos no sabían de qué acusarlo, dijeron que «comía con pecadores». El Procurador romano que presidió en su juicio varias veces admitió que no podía encontrar falla o culpa alguna en él.

    Esto es algo que nunca podría ser dicho de ninguno de nosotros… porque nosotros somos pecadores, y Jesús no lo fue. Jesús, el Hijo sin pecado de Dios, tenía que ser perfecto para cumplir la Ley de Dios al pie de la letra, resistir las tentaciones, y vencer al enemigo mayor y final: la muerte.

    Su resurrección al tercer día muestra que Jesús triunfó al tomar nuestro lugar. Por todo lo que él hizo no sólo merece nuestro respeto, sino que también tiene derecho a demandarlo.

    ORACIÓN: Padre celestial, gracias por enviar a tu Hijo al mundo. No sólo es un ejemplo digno de respeto, sino que también es nuestro Salvador. Ayúdame para que le rinda el honor que su vida, muerte y resurrección merecen. En su nombre. Amén.

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