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ALIMENTO DIARIO
Llegó el día en que el mendigo murió, y los ángeles se lo llevaron al lado de Abrahán (Lucas 16:22a).
Jesús estaba contando aquí la historia de un hombre rico que vivía en abundancia. Se vestía con lo mejor, comía de lo mejor, y celebraba todos los días. A su puerta, tendido en el suelo, estaba Lázaro, quien no tenía fuerzas, ni salud, ni hogar. Nadie lo ayudaba. Pero Dios lo conocía.
Ambos murieron. Lázaro fue llevado por los ángeles al lado de Abrahán, a los brazos de la promesa. El rico, en cambio, abrió los ojos en tormento. Y a ti, ¿quién te está esperando al otro lado?
Esta historia NO nos enseña que ser pobre salva o que ser rico condena. Jesús, el verdadero narrador y protagonista de toda la Biblia, nos revela aquí el juicio justo de Dios… y nuestra única esperanza. Lázaro fue consolado no porque sufrió, sino porque fue conocido por Dios, sostenido por la promesa. El rico fue condenado no por su riqueza, sino porque su corazón estaba lejos del Señor. Su dios era su dinero.
Este domingo es el decimosexto domingo después de Pentecostés y recordamos que nuestra ayuda no está en las riquezas mundanas.
¿Dónde está tu consuelo? ¿Quién te está esperando al otro lado? Si confías en lo que posees, estás edificando sobre arena. Pero si descansas en Cristo, el cielo mismo te espera.
Jesús siendo rico, se hizo pobre. No hubo consuelo para Él en la Cruz, para que tú lo tengas eternamente. Él fue despreciado, cubierto de heridas, despojado de todo, para llevarte al lado de Abrahán, al cielo. Él es el verdadero Lázaro: abandonado por los hombres, pero exaltado por el Padre. Y hoy, no solo te cuenta esta historia. Hoy te alcanza con su Palabra, te lava en el Bautismo, y te alimenta en la Cena con Su propio cuerpo y sangre.
Padre nuestro, gracias porque Cristo nos ha dado todo. Enséñanos a vivir contentos, sostenidos por Tu gracia. En Su nombre. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Qué pasa en tu corazón cuando ves a alguien en necesidad? ¿Cómo podrías reflejar la compasión de Jesús?
* ¿Dónde estás buscando consuelo y seguridad en este momento: en tus logros o en lo que Cristo ya ganó por ti?
Diaconisa Noemí Guerra
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