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ALIMENTO DIARIO
Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Juan 10:27-28Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Juan 10:27-28
En la mayoría de los pueblos hay ladrones a los que podríamos catalogar como PEREZOSOS. Son los que comúnmente conocemos como ‘oportunistas’, los que roban únicamente cuando se les presenta una oportunidad fácil para hacerlo, sin tener que esforzarse mucho.
Pero hay otro tipo de ladrones que son todo lo contrario. Les explico. No hace mucho, en una comunidad canadiense, unos ladrones entraron a robar en una fábrica de muebles… pero también se llevaron una caja fuerte del año 1950 que pesaba más de 300 kilos.
El dueño del lugar dijo que no les debió haber sido nada fácil sacar semejante cosa teniendo que esquivar los muebles y las maderas que había por todos lados. Pero eso no es todo: la caja fuerte estaba vacía. El dueño dijo que desde un principio, cuando compró ese local, la combinación que le dieron de la caja fuerte no funcionó, por lo cual nunca la utilizó.
En definitiva, los ladrones hicieron un esfuerzo tremendo por llevarse algo que no les sirvió para nada. Casi que, si no fuera porque son ladrones, uno les tendría lástima.
Esto me hizo pensar que el diablo hace lo mismo: trabaja muchísimo para tratar de robar nuestras almas, tramando todo tipo de tentaciones y seducciones… Es un esfuerzo tremendo, pero no le va a servir para nada, porque Jesús dijo: «Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano».
Con su vida inocente, su obediencia completa a los mandamientos de Dios, su muerte sacrificial, y su gloriosa resurrección, Jesucristo nos ha rescatado y reunido con el Padre. Es por ello que, por más que el diablo o el mundo se esfuercen por arrebatarnos de él, no lo van a lograr.
ORACIÓN: Señor, te damos gracias por reunirnos con la familia de la fe, y te pedimos que nos utilices para llegar a quienes todavía no te conocen. En el nombre de Jesús. Amén.
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