"La prioridad del amor"

Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió al mundo a su Hijo unigénito, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se perfecciona en nosotros. En esto sabemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que él nos ha dado de su Espíritu. Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios en él. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. (1 Juan 4:7-16).

Nosotros amamos porque él nos amó primero.

Todos conocemos a personas que se han cansado de estar juntas. Quizás parte del problema sea que frecuentemente se cree que el amor es más un sentimiento que un compromiso. ¿Qué quieres decir cuando usas la palabra «amor»?

En el Antiguo Testamento, Moisés dijo lo siguiente acerca del pueblo de Israel: «El Señor se encariñó contigo y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso sino el más insignificante de todos. Lo hizo porque te ama y quería cumplir su juramento a tus antepasados; por eso te rescató del poder del faraón, el rey de Egipto, y te sacó de la esclavitud con gran despliegue de fuerza» (Deuteronomio 7:7-8).

Jesús hizo exactamente eso cuando murió en la cruz. ¿Qué podemos hacer para que ese tipo de amor crezca en nuestras relaciones? ¿Qué puede ayudarnos a recordar el amor que Dios
nos tiene?

ORACIÓN: Señor Jesús, enséñanos acerca de tu gran amor, y muéstranos nuevos lugares donde podemos hacerlo brillar a través de nuestras palabras y acciones. Amén.

Rev. Dr. Ken Klaus

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