ALIMENTO DIARIO

  • "Jesús es el único Salvador"


  • octubre 2, 2011
  • Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, ¡pero nosotros lo tuvimos por azotado, como herido y afligido por Dios! Mas él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados. Isaías 53:4-5Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, ¡pero nosotros lo tuvimos por azotado, como herido y afligido por Dios! Mas él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados. Isaías 53:4-5


  • Para algunos lectores de estos devocionales, estas palabras pueden ser difíciles de comprender. Pero les voy a compartir una historia que seguramente les va a agradar.

    Es la historia de un joven de 12 años que durante el verano encontró un trabajo que consistía en repartir periódicos. El joven comienza su trabajo muy temprano en la mañana, toma los periódicos y sale a repartirlos. No hay duda que disfruta mucho contándole a todo el mundo la cruz que lleva a cuestas.

    Vistiendo su ropa de trabajo, dice: ‘Me levanto a las cinco de la mañana; mientras me baño y me visto, mi mamá me prepara el desayuno. Al tiempo de salir de casa mi papá también se levanta, y mi mamá le prepara el desayuno. Cuando regreso a casa, usualmente mamá ya tiene preparado el almuerzo, pero llego tan cansado que casi no puedo ni comer. ¡Este trabajo es realmente pesado!’

    En este punto, una vez alguien le preguntó: «¿Y tu mamá trabaja? La respuesta enfática fue: ‘No. Ella sólo limpia la casa, hace las compras, cuida de mis hermanitos pequeños, lava y plancha la ropa. Pero ella no trabaja.’ La otra persona vuelve a preguntarle: «¿Y ella recibe algún pago por lo que hace?» Y la respuesta llega inmediatamente: «No, ella no recibe ningún pago, porque ella no trabaja.»

    Esta no es una buena historia para las madres, ¿verdad? Así que no sigo con el tema. Demasiado a menudo los cristianos decimos: «Jesús sufrió y murió por mí». Desafortunadamente, al igual que el niño que describe las actividades diarias de la madre, nosotros muchas veces no pensamos seriamente en lo que eso significa.

    La verdad es que Jesús dejó su trono en el cielo, donde él era el centro de atención, para nacer en Belén, donde un rey lo quiso matar. Él dejó el hogar de su Padre celestial, donde era honrado por legiones de ángeles, para venir a la tierra donde fue odiado, despreciado y mal entendido. Dejó su cielo, donde no hay llanto, dolor, o sufrimiento, para venir a la tierra donde fue apedreado, escupido, burlado, perseguido, azotado y clavado en una cruz.

    Jesús nació, vivió, sufrió y murió por usted y por mí. Y algo más… también resucitó por usted y por mí. Y por ello nuestros pecados son perdonados.

    Por todo esto es que debo agradecerle, servirle y obedecerle. Esta es ciertamente la verdad.

    ORACIÓN: Dios de amor, te pido que envíes tu Espíritu Santo para que pueda comenzar a entender y apreciar lo que Jesús hizo por mí, y así me motive a vivir una vida de agradecimiento a ti. Te lo suplico en el bendito nombre de mi Salvador y Señor. Amén.

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