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ALIMENTO DIARIO
Pero yo, Señor, en ti confío, y digo: "Tú eres mi Dios". Mi vida entera está en tus manos; líbrame de mis enemigos y perseguidores. Que irradie tu faz sobre tu siervo; por tu gran amor, sálvame. Salmos 31:14-16Pero yo, Señor, en ti confío, y digo: "Tú eres mi Dios". Mi vida entera está en tus manos; líbrame de mis enemigos y perseguidores. Que irradie tu faz sobre tu siervo; por tu gran amor, sálvame. Salmos 31:14-16
Gracias a un auto bomba, del hotel Marriot en Islamabad no queda más que el esqueleto.
La semana pasada, en un artículo publicado por la revista TIME, Robert Baar, ex agente de la CIA y corresponsal ahora de la revista, concluyó que no había forma de prevenir la destrucción del hotel y la muerte de sus ocupantes.
En realidad, dijo, casi todo lo que se podía hacer para proteger al hotel se había hecho. Además de estar ubicado en una ciudad con buen control policial, los arquitectos exigieron que hubiera un gran espacio entre el hotel y la calle. Más aún, tanto las personas que entraban al hotel como el equipaje, pasaban por una máquina de rayos X.
¿Qué otra medida de seguridad se podría haber tomado? Baar sugiere que las autoridades podrían haber inspeccionado cada vehículo que pasara por allí, pero luego agrega que no era algo práctico. Así es que, en definitiva, lo que este ex agente de la CIA está diciendo es que: si alguien quiere poner un auto bomba en un lugar, probablemente lo va a lograr.
De sólo pensarlo ya me asusta. Quizás a usted también. Aunque, si lo pensamos bien, siempre estamos en peligro. Tormentas, terremotos, inundaciones, enfermedades, y muchas otras cosas más, pueden afectarnos en cualquier momento.
Razón por la cual, el Rey David escribió: «Señor, en ti confío… Mi vida entera está en tus manos; líbrame… por tu gran amor, sálvame».
David sabía que todos tenemos enemigos. Aún la persona más querida y más respetada de nosotros puede decir con toda certeza que el diablo, el mundo, y su propia naturaleza pecadora son enemigos que tratan de destruirla.
Frente a ese poder diabólico sólo hay un Poder que puede darnos la victoria: nuestro misericordioso y buen Dios.
Gracias al sacrificio de su hijo Jesús, Dios nos ha perdonado nuestros pecados y rescatado de nuestra naturaleza pecadora, y, a través de su Espíritu Santo, nos preserva cada día tanto física como espiritualmente.
Demos gracias a Dios por haber restaurado nuestro pasado, por velar por nuestro presente, y por proteger nuestro futuro.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, por tu sacrificio en la cruz me has hecho parte de la familia de la fe, y por ello te doy gracias. Guíame, protégeme, y defiéndeme de todos los enemigos que pueden dañar mi cuerpo y mi alma. A ti me encomiendo. Amén.