"Examinado, arrepentido, recibido"

Por tanto, cada uno de ustedes debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y de beber de la copa (1 Corintios 11:28).

La Santa Cena es un regalo maravilloso de Dios. Examinarnos antes de participar no comienza con lo que hacemos nosotros, sino con lo que Dios nos muestra en su Palabra: que somos pecadores necesitados del perdón que Jesús nos ofrece en Su mesa. Podemos examinarnos con las preguntas cristianas y sus respuestas del catecismo menor que sugiere Lutero para las personas que desean comulgar.

Éste es un resumen que uso:

Sí, creo que soy pecador. Lo sé porque no he guardado los Diez Mandamientos. Siento mucho haber pecado contra Dios y reconozco que, por mis pecados, merezco la ira y el desagrado de Dios, la muerte temporal y la condenación eterna. Sin embargo, espero ser salvo y entrar en la vida eterna.

Confío en mi amado Señor Jesucristo, quien es el Hijo de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre. Cristo murió por mí, derramando Su sangre en la Cruz para la remisión de mis pecados. No fue el Padre ni el Espíritu Santo quienes murieron por mí, sino el Hijo, que se entregó por mí por amor.

Sé esto por el Santo Evangelio, por las palabras del Sacramento, y por Su cuerpo y sangre que se me dan como regalo en la Santa Cena.

Creo que en la Santa Cena está el verdadero cuerpo y sangre de Cristo, porque así lo dice su Palabra. Al participar, recibo el perdón, la vida y la salvación. Cristo murió por mí movido por Su gran amor. Por eso deseo comulgar: para aprender a creer que Él murió por mis pecados y para aprender a amar a Dios y al prójimo.

Su mandamiento, Su promesa y mi necesidad me llaman. Aunque no siempre sienta hambre espiritual, soy de carne y hueso, vivo en este mundo y el diablo me tienta. Por eso necesito acudir a Su mesa. Cristo mismo nos invita y nos fortalece. Nuestro Salvador nos espera.

Dios, ayúdame a siempre examinarme antes de comer el pan y de beber la copa. Amén.

Para reflexionar
* ¿Qué te recuerda hoy que necesitas del perdón de Cristo?
* ¿Qué cambia en ti al saber que eres bienvenido en Su mesa?

Diaconisa Noemí Guerra

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