ALIMENTO DIARIO

  • "Esta es la vida"


  • julio 1, 2011
  • Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida. Eclesiastés 2:11Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida. Eclesiastés 2:11


  • Queridos hermanos en Cristo:

    La historia de la salvación en Jesucristo llega a todo el mundo. Para que los lectores de estas Devociones Diarias puedan ver el poder del Salvador a nivel mundial, hemos pedido a nuestras Oficinas Internacionales que escriban las devociones de los viernes. Oramos para que el Espíritu toque su corazón a través de ellas.

    En Cristo,

    Pastor Ken Klaus,
    Orador The Lutheran Hour
    Cristo Para Todas Las Naciones

    Cada uno tiene su manera de encontrar alegría y felicidad.

    Una de las sorprendentes verdades de esta vida es que la mayoría de nosotros estamos dispuestos a hacer cualquier esfuerzo y a arriesgar cualquier cosa, con tal de alcanzar nuestra tan ansiada y elusiva felicidad propia.

    Digo alcanzar nuestra «propia» felicidad, porque la definición de ‘felicidad’ es diferente para cada persona. Para algunos de nosotros, la felicidad es tener una gran fortuna; para otros, es divertirse toda la noche. Y para otros, la felicidad equivale a tener fama.

    El Rey Salomón se ocupó de buscar la felicidad como si se tratara de un experimento científico. Primero se preparó mentalmente para encontrar la felicidad verdadera. Para ello, adquirió mucho conocimiento, construyó grandes edificios, compró esclavos y ganado, y amasó una gran fortuna. Cuando ninguna de esas cosas le dio la felicidad que añoraba, agregó unas cuantas esposas.

    Finalmente, sintiendo que había fracasado, confesó: «Me engrandecí en gran manera, más que todos los que me precedieron en Jerusalén; además, la sabiduría permanecía conmigo. No le negué a mis ojos ningún deseo, ni a mi corazón privé de placer alguno, sino que disfruté de todos mis afanes. ¡Sólo eso saqué de tanto afanarme! Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida» (Eclesiastés 2:9-11).

    Algunos de los placeres que Salomón persiguió estuvieron mal, y algunos estuvieron bien. Aún así, él se dio cuenta que la felicidad es elusiva y absurda… a menos que esté basada en la búsqueda del reino de Dios.

    María de Betania lo sabía bien. Por eso es que había dejado que el Espíritu Santo la acercara más al Salvador. Y allí, escuchando a Jesús, descubrió una felicidad mucho más duradera que la que las personas o reyes más sabios siquiera podían imaginar.

    Jesús, que cargó con nuestros pecados para que podamos ser perdonados, y que dio su vida para que nosotros no perdamos la nuestra, es el único que puede darnos una felicidad verdadera y duradera.

    ORACIÓN: Dios de amor, enséñame a encontrar en ti la alegría y la felicidad que el mundo no puede darme. Te doy gracias y te alabo en el nombre del Salvador. Amén.

    Biografía del autor:Esta devoción fue escrita por el Rev. David Rodríguez, pastor de la Iglesia Luterana Cristo Rey en Guatemala.

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