ALIMENTO DIARIO

  • "¡Eres libre!"


  • abril 7, 2008
  • Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. En el cuerpo, sufrió la muerte; pero en el espíritu fue vivificado; en el espíritu también, fue y predicó a los espíritus encarcelados, a los que en otro tiempo desobedecieron, en los días de Noé, cuando Dios esperaba con paciencia mientras se preparaba el arca, en la que unas cuantas personas, ocho en total, fueron salvadas por medio del agua. Todo esto es símbolo del bautismo (el cual no consiste en lavar las impurezas del cuerpo sino en el compromiso ante Dios de tener una buena conciencia) que ahora nos salva por la resurrección de Jesucristo, quien subió al cielo y está a la derecha de Dios, y a quien están sujetos los ángeles, las autoridades y las potestades (1 Pedro 3:18-22).


  • La victoria de Jesús ata a Satanás y nos libera para vivir con Dios.

    «Creo… en Jesucristo… que fue… crucificado, muerto, y sepultado. Descendió a los infiernos. El tercer día resucitó de los muertos.» Estas palabras del Credo Apostólico nos dicen que Jesús dejó la tumba en algún momento después del atardecer del viernes, y descendió al infierno, el lugar donde están los muertos que están separados de Dios.

    Él fue llevado a la muerte de una manera (en su estado de humillación), y fue levantado a la vida de otra manera por el Espíritu (en su estado de exaltación). Fue en este estado de vida que proclamó su gran victoria sobre la muerte y todas las fuerzas diabólicas a los espíritus encarcelados (en el infierno). No les estaba ofreciendo una segunda oportunidad, sino anunciando la victoria de Dios y el cumplimiento de la promesa de Génesis 3:15. La poderosa Palabra de Dios ató a Satanás, el jefe de la prisión.

    Piensa en los momentos de tu vida en los que has sido débil ante la tentación, víctima del pecado, amenazado con la muerte, acusado de no ser amado por Dios. Sobre todas esas cosas tienes poder, porque Jesús descendió al infierno para darte victoria y
    liberarte. Cuando te sientas amenazado, busca fuerzas en Jesús.
    Fija tu mente en él, y su Espíritu te dará libertad y nueva vida. Adórale haciendo su misión de liberar a los cautivos del pecado y la muerte, con el poder de su Palabra.

    Señor Jesús, ayúdame a buscar en ti lo que necesito para reparar mi vida y llenarla con nuevas fuerzas para agradecerte y alabarte, servirte y obedecerte. Amén.

    Rev. Dr. Ken Klaus


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