"El Señor ha perdonado tu pecado, y no vas a morir"

David le respondió a Natán: «Reconozco que he pecado contra el Señor.» Y Natán le dijo: «El Señor ha perdonado tu pecado, y no vas a morir» (2 Samuel 12:13).

Todos hemos intentado tapar un error en algún momento. Quizás con una excusa, quizás distrayéndonos con otra cosa, o incluso convenciéndonos de que «no fue tan grave». Pero tarde o temprano, la verdad nos alcanza. Eso le pasó a David.

David no solo pecó contra Dios al tomar a Betsabé, sino que trató de encubrirlo mandando a matar a su esposo, Urías, pensando que con eso el problema desaparecería. Pero Dios no dejó pasar su pecado. En la lectura de hoy, después de ser confrontado por el profeta Natán, David finalmente reconoce su pecado.

Este es el corazón de la confesión y la absolución. No es que Dios quiera humillarte o recordarte lo malo que has sido. Quiere liberarte. Él ya tiene ese perdón listo para ti en Jesús.

En los últimos meses hemos reflexionado juntos acerca de los Diez Mandamientos, el Credo, el Padrenuestro y el Bautismo. Ahora nos vamos a sumergir en el Oficio de las Llaves y la Confesión.

Y, es que como cristianos en este mundo, todavía luchamos contra los pecados de pensamiento, palabra, y obra, así que Dios, en su misericordia, le ha dado autoridad a su iglesia para perdonar los pecados de los penitentes y no perdonar a quienes no se arrepienten.

Jesús cargó con cada uno de tus pecados en la Cruz, incluso aquellos que has intentado ocultar o justificar. Su perdón es seguro porque fue comprado con Su sangre. La absolución que escuchas en la iglesia no es solo un ritual, es la voz de Cristo mismo, asegurándote que eres libre, que el Señor ha perdonado tu pecado, y no vas a morir.

Padre, reconozco que he pecado contra ti. Gracias por haber perdonado mi pecado y no dejarme morir. En el nombre de Jesús. Amén.

Para reflexionar:
* ¿Cuál es el nombre de una persona con la que puedes compartir hoy esta buena noticia?
* ¿Cuándo fue la última vez que intentaste encubrir un error en tu vida y cómo te alcanzó la verdad?

Diaconisa Noemí Guerra

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