+1 800 972-5442 (en español)
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
Y a decir verdad, incluso estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por su amor lo he perdido todo, y lo veo como basura, para ganar a Cristo. Filipenses 3:8Y a decir verdad, incluso estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por su amor lo he perdido todo, y lo veo como basura, para ganar a Cristo. Filipenses 3:8
En 1937, el pastor luterano Dietrich Bonhoeffer escribió un libro llamado El costo del discipulado.
Una de las frases más celebres de ese libro, dice: «Cuando Cristo llama a una persona, le pide que vaya y muera». Sin lugar a dudas, estas palabras son de una profundidad casi profética, ya que Bonhoeffer, opositor del partido nazi, fue llevado a un campo de concentración, donde murió el 9 de abril de 1945.
Recientemente, Helen Roseveare, una señora que se parece muchísimo a mi abuela, se paró en medio de una convención de teólogos, y dijo: «Seguir a Jesús no cuesta nada».
Permítanme contarles sobre Helen. Cuando yo tenía cuatro años, Helen se fue como misionera al Congo, y todavía seguía allí cuando yo fui ordenado como pastor 20 años más tarde.
En todos esos años, la fe de Helen fue muchas veces desafiada. Varias veces fue arrestada, una vez fue desnudada en público y burlada por una muchedumbre, y otra vez fue capturada por una guerrilla.
Luego de haber sufrido todas esas cosas, Helen todavía dice: «Seguir a Jesús no cuesta nada». Aunque, para hacer justicia, también debo decir que, luego de decir eso, también agrega: «Seguir a Jesús es un gran privilegio».
Ningún costo, sólo privilegio. Helen suena como San Pablo, cuando dijo que, después de lo que Cristo hizo por él: «…estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por su amor lo he perdido todo, y lo veo como basura, para ganar a Cristo».
San Pablo, Dietrich Bonhoeffer, Helen Roseveare. Todos ellos son héroes de la fe.
Honestamente hablando, me pregunto cuántos más viven de esa manera. Me pregunto si yo sería capaz de profesar tal fe y de dedicar mi vida de la forma en que esos héroes de la fe lo han hecho. Pero es difícil saberlo cuando uno ha pasado por las dificultades ni los retos que ellos han pasado.
Quizás lo mejor que puedo hacer, lo mejor que todos nosotros podemos hacer, es hacernos eco del padre que le pidió a Jesús que sanara a su hijo. Cuando Jesús le contestó que todo era posible para quien tenía fe, con lágrimas en los ojos el hombre inmediatamente le dijo: «Señor, yo creo, ayuda mi incredulidad».
Que nuestra oración sea: «Señor, tú me has dado fe para este día. Ayúdame para que, cualquiera sea la circunstancia que tenga que enfrentar hoy, me mantenga firme en la fe».
ORACIÓN: Dios Padre, mantennos firmes en la fe que nos has dado hasta que nos lleves a tu reino celestial. En el nombre de Jesús. Amén.
© Copyright 2011 Cristo Para Todas Las Naciones