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ALIMENTO DIARIO
... pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Filipenses 4:11b... pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Filipenses 4:11b
La revista Time publicó un artículo titulado: «Quizás debamos culpar a Dios por este desastre financiero».
«Lo único que faltaba», pensé, «a Dios se le echa la culpa por los terremotos, los incendios, los tornados, los huracanes, las plagas y los rayos, y ahora también por los problemas económicos.» No es justo.
De acuerdo al artículo, algunos predicadores han estado diciendo a sus seguidores que de alguna forma Dios iba a ayudar a los pobres para que también disfruten de las cosas buenas de la vida. Así muchos fueron a parar a manos de corredores de bolsa inescrupulosos, o se comprometieron con hipotecas exorbitantes.
Anthea Butler, una autoridad en Pentecostalismo de la Universidad de Rochester, dice: «He oído a predicadores prometer que aún cuando uno tenga mal crédito, Dios le puede bendecir, siempre y cuando uno demuestre su fe (o sea, haga una donación importante a la iglesia), y darle la casa, el auto, o el apartamento que desea».
Pero eso no es lo que Dios dice.
Es cierto que algunos hijos de Dios han sido bendecidos con muchas bendiciones físicas. A Abraham le fue muy bien, pero Moisés en cambio, pasó la tercera y última parte de su vida en el desierto. José se convirtió en una poderosa autoridad, pero ninguno de los discípulos vivió como viven los ricos y famosos.
Esto es lo que Pablo estaba tratando de decir a la iglesia en Filipos, y también a nosotros, cuando escribió las palabras elegidas para esta reflexión. Pero esas palabras no terminaron allí. Pablo continúa escribiendo: «Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:12-13).
Jesús vino a salvarnos… y a ayudarnos. El Salvador, antes de ascender al cielo, prometió estar con nosotros siempre. Confiando en esa promesa, junto con Pablo nosotros también podemos decir: «He aprendido a vivir… Todo lo puedo en Cristo que me fortalece».
Por ese regalo, en vez de echarle las culpas a Dios, démosle gracias.
ORACIÓN: Querido Padre celestial, qué consuelo es saber que no estoy solo ni a la merced de las cosas que suceden en el mundo. Enséñame a siempre dar gracias porque Jesús me ha rescatado y está conmigo tanto en los momentos de abundancia, como en los de necesidad. En su nombre. Amén.