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ALIMENTO DIARIO
Dios mío, yo te invoco porque tú me respondes; ¡inclina a mí tu oído, y escucha mis palabras! Salmo 17:6Dios mío, yo te invoco porque tú me respondes; ¡inclina a mí tu oído, y escucha mis palabras! Salmo 17:6
Cuando estaba recién casado, me dedicaba completamente a los asuntos de la iglesia. Recuerdo cuando nuestro hijo de 5 años me decía: «Papi, tengo una pregunta». Yo casi siempre le contestaba: «Hijo, ahora estoy muy ocupado; ve y habla con tu mamita».
Un día, uno de los miembros de la iglesia me contó que uno de sus amigos le había prometido a la familia llevarlos al circo. Justamente cuando estaban listos para salir, sonó el teléfono. Era el jefe del padre de la familia, pidiéndole que fuera a la oficina inmediatamente. El padre muy cortésmente se disculpó, y no fue a la oficina. En el camino la esposa le comentó: «Aunque hubiéramos entendido que habrías tenido que ir a la oficina, nos habríamos quedado muy frustrados». A lo que el padre replicó: «Mi trabajo puede esperar hasta mañana, pero dentro de poco tiempo nuestro hijo ya se irá de casa».
Hay ocasiones en que como pastor no pude seguir el ejemplo anterior, pero al menos lo intento. Recuerdo que dos días después de haber hablado con mi amigo, mi decisión de atender primero a los hijos se puso a prueba. Yo estaba lavando las ventanas de la casa y, mientras las del segundo piso se secaban, bajé a limpiar las del primer piso. Cuando intentaba continuar con mi trabajo, nuestro hijo me dijo: «Papi, tengo una pregunta.» Pensé, las ventanas van a estar allí por mucho tiempo, mi hijo no. Así que le dije: «Bien hijo, ¿cuál es tu pregunta?» Él me respondió: «¿Sabes dónde está mamá?»
Usted sabe, los padres siempre estamos listos con la mayor sabiduría para contestarles a nuestros hijos, pero hay veces en que ellos ganan, y no tenemos la respuesta.
Aún hoy, esa historia me recuerda las palabras del Salmo de hoy: «¡Dios, inclina a mí tu oído, y escucha mis palabras!»
Pensemos en ellas por un momento. Estamos hablando con Dios mismo, el Creador de todo lo que existe, lo veamos o no. Él es la persona quien con sólo su palabra creó absolutamente todo. Estamos hablando con el Dios todopoderoso, quien todo lo sabe, el principio y el fin. No hay nadie como él. Él es único. Y aún así, se inclina para oírme; casi que lo puedo ver y sentir esperando que yo, un pobre y miserable pecador, le hable.
Es tanto su amor por mí, que siempre está más dispuesto a inclinarse y oírme, que yo a hablarle. El sólo saber que él es así me maravilla, y me hace amarlo más aún. Esa disponibilidad mía a escucharlo tiene que fortalecerse, y posiblemente la de usted también.
ORACIÓN: Bendito Dios, tu Palabra dice que te llevemos todo a ti oración. Perdóname porque no siempre lo hago. Ayúdame a reconocer que tú siempre estás listo a escucharme y aceptarme como uno de tus amados hijos. Lo imploro en el nombre de Jesús quién con su vida, muerte y resurrección, hizo posible mi relación contigo. Amén.
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