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ALIMENTO DIARIO
En ese momento apareció, junto con el ángel, una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: «¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!» (Lucas 2:13-14)
Muchas veces ponemos nuestra mirada en las cosas de todos los días, en el esfuerzo que cuesta vivir y en todas las cosas que no funcionan bien a nuestro alrededor. Es como si siempre estuviéramos mirando solo hasta donde nos dan los ojos.
Los pastores que estaban cerca de Belén no veían mucho en la oscuridad, no más allá de lo que alumbraban las lámparas de aceite. De repente, un enviado de Dios, que vino directamente del cielo, les hizo levantar la vista y la gloria del cielo los rodeó con un gran resplandor. Dejemos a un lado el terrible susto que se llevó esta humilde gente, y pensemos en cómo lo grandioso de Dios se manifestó entre los más humildes de la tierra.
Un ejército de mensajeros dijo: «¡Gloria a Dios en las alturas! Las miles de criaturas angelicales alababan gloriosamente en los cielos la generosa acción de Dios de entregarse a sí mismo en la persona de su Hijo, el Cristo, para ser nuestro Salvador.
Mientras tanto, el Cristo recién nacido estaba con sus padres en un pesebre. Él no vio esta escena. Cuando llegó el final de su ministerio terrenal, estando en el Getsemaní, Cristo reconoció que tenía a su disposición miles de ángeles del ejército de su Padre, pero no los hizo llamar, porque supo que había nacido para morir por los pecados de toda la humanidad.
Por esa acción de Cristo, su muerte y resurrección, los ángeles pudieron anunciar que el gran amor de Dios traía la paz de los cielos a los hombres en la tierra. El testimonio de los ángeles nos toca hoy para que el amor de Dios, en Cristo, nos llene de paz.
Gracias, Padre, por mostrarnos tu gloria y llenarnos de paz. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cuántas veces miras a lo alto, como enfocándote en el cielo? ¿Por qué lo haces?
* Dios aún hoy continúa enviándonos mensajeros. ¿Consideras que tú eres uno de esos mensajeros que pueden traer amor y paz?
Rev. Dr. Héctor Hoppe
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