ALIMENTO DIARIO

  • "Alegría eterna"


  • noviembre 2, 2011
  • Les digo que así también será en el cielo: habrá más gozo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. Lucas 15:7Les digo que así también será en el cielo: habrá más gozo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. Lucas 15:7


  • El Presidente de los Estados Unidos acaba de anunciar que, antes de fin de año, nuestros soldados regresarán de Iraq y Afganistán. En realidad, lo que dijo fue que «sí o sí van a estar de regreso para las fiestas».

    Nuestros soldados van a estar en sus hogares para la Navidad.

    Más allá de la tendencia política personal de cada uno, la noticia que los padres, madres, hijos e hijas van a estar junto con sus familias y amigos para celebrar el nacimiento del Salvador, fue recibida con el mayor de los entusiasmos.

    Fue esa clase de noticia que tanto grandes como niños han estado esperando, soñando y pidiendo durante mucho tiempo.

    Sin embargo, Jesús dice que hasta tan grande alegría es poco en comparación con la alegría que hay en el cielo cuando un pecador llega a la fe en el Salvador crucificado y resucitado. El cielo se regocija cada vez que el poder del Espíritu Santo, por medio de la fe, cambia el corazón de una persona, le perdona sus pecados, y le cambia su futuro eterno de los horrores del infierno a la felicidad del cielo.

    Es claro que hay una diferencia entre un soldado que regresa a casa y un alma que es salvada por la sangre de Jesús.

    Cuando hayan pasado las fiestas, o quizás incluso antes, el soldado se va a dar cuenta que ha regresado a un mundo que no es perfecto: un mundo en el que existen problemas, sufrimientos, tristezas, y dolores.

    Pero la persona que muere en Cristo entra en un hogar de felicidad eterna. Esto significa que su alegría ya no va a ser medida en minutos, horas o días, porque estará en el lugar donde no hay más lágrimas ni sufrimiento, donde la tristeza y la enfermedad no existen, donde reina por siempre la alegría.

    ORACIÓN: Señor, te pido que cuides y protejas a nuestros soldados hasta que regresen a casa. Protege sus cuerpos, pero también protege sus almas. Haz que cada corazón reconozca que Jesús es el Salvador, para que el perdón abunde y muchos más pasen a ser parte de la gran reunión que nos espera en el cielo. En el nombre de Jesús. Amén.

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