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ALIMENTO DIARIO
Ahora escuchen con cuidado, ustedes los que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y estaremos allá un año, y haremos negocios, y ganaremos dinero.» ¡Si ni siquiera saben cómo será el día de mañana! ¿Y qué es la vida de ustedes? Es como la neblina, que en un momento aparece, y luego se evapora. Lo que deben decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello (Santiago 4:13-15).
¿De dónde vienen las guerras y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no vienen de sus pasiones, las cuales luchan dentro de ustedes mismos?… Por lo tanto, sométanse a Dios; opongan resistencia al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Límpiense las manos, pecadores!… ¡Humíllense ante el Señor, y él los exaltará! (Santiago 4:1, 7-8a, 10).
La sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y de buenos frutos, ecuánime y genuina (Santiago 3:17).
Cuando los ángeles volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha dado a conocer.» Así que fueron de prisa, y hallaron a María y a José, y el niño estaba acostado en el pesebre. Al ver al niño, contaron lo que se les había dicho acerca de él (Lucas 2:15-17).
José y la madre del niño estaban asombrados de todo lo que de él se decía. Simeón los bendijo, y a María, la madre del niño, le dijo: «Tu hijo ha venido para que muchos en Israel caigan o se levanten. Será una señal que muchos rechazarán y que pondrá de manifiesto el pensamiento de muchos corazones, aunque a ti te traspasará el alma como una espada» (Lucas 2:33-35).
¡Que alaben al Señor todos sus fieles! ¡Que lo alabe Israel, su pueblo cercano! ¡El Señor ha dado poder a su pueblo! (Salmo 148:14).
¡Alabado sea el nombre del Señor! El Señor dio una orden, y todo fue creado. Todo quedó para siempre en su lugar; el Señor dio una orden que no se debe alterar (Salmo 148:5-6).
Cuando Herodes vio que los sabios lo habían engañado se enojó mucho y, calculando el tiempo indicado por los sabios, mandó matar a todos los niños menores de dos años que vivían en Belén y en sus alrededores (Mateo 2:16).
Del Señor son las bases de la tierra; sobre ellas ha afirmado el mundo. El Señor vigila los pasos de sus fieles, pero los impíos mueren en medio de las tinieblas, porque nadie triunfa por sus propias fuerzas (1 Samuel 2:8b-9).
El Señor quiebra los arcos de los poderosos y reviste de poder a los débiles… El Señor da pobreza y riqueza; el Señor nos humilla y nos enaltece (1 Samuel 2:4,7).