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ALIMENTO DIARIO
AsĂ que, hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. ÂĄAsĂ es como se debe adorar a Dios! Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfĂłrmense por medio de la renovaciĂłn de su mente, para que comprueben cuĂĄl es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto (Romanos 12:1-2).
Llegaron a CafarnaĂșn, y en cuanto llegĂł el dĂa de reposo, JesĂșs fue a la sinagoga y se dedicĂł a enseñar. La gente se admiraba de sus enseñanzas, porque enseñaba como corresponde a quien tiene autoridad, y no como los escribas. De pronto, un hombre que tenĂa un espĂritu impuro comenzĂł a gritar en la sinagoga: «Oye, JesĂșs de Nazaret, ÂżquĂ© tienes contra nosotros? ÂżHas venido a destruirnos? ÂĄYo sĂ© quiĂ©n eres tĂș! ÂĄEres el Santo de Dios!» Pero JesĂșs lo reprendiĂł, y le dijo: «¥CĂĄllate, y sal de ese hombre!» El espĂritu impuro sacudiĂł al hombre con violencia y, gritando con todas sus fuerzas, saliĂł de aquel hombre. Todos quedaron muy asombrados, y se preguntaban unos a otros: «¿Y esto quĂ© es? ÂżAcaso es una nueva enseñanza? ÂĄCon toda autoridad manda incluso a los espĂritus impuros, y Ă©stos lo obedecen!» Y muy pronto la fama de JesĂșs se difundiĂł por toda la provincia de Galilea (Marcos 1:21-28).
AsĂ como en otro tiempo ustedes eran desobedientes a Dios, pero ahora han alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, asĂ tambiĂ©n Ă©stos han sido desobedientes ahora, para que por la misericordia concedida a ustedes tambiĂ©n ellos alcancen misericordia. Porque Dios sujetĂł a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos. ÂĄQuĂ© profundas son las riquezas de la sabidurĂa y del conocimiento de Dios! ÂĄCuĂĄn incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ÂżquiĂ©n ha entendido la mente del Señor? ÂżO quiĂ©n ha sido su consejero? ÂżO quiĂ©n le dio a Ă©l primero, para que Ă©l tenga que devolverlo? Ciertamente, todas las cosas son de Ă©l, y por Ă©l, y para Ă©l. ÂĄA Ă©l sea la gloria por siempre! AmĂ©n (Romanos 11:30-36).
Si algunas de las ramas fueron cortadas, y tĂș, que eras un olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar y has venido a participar de la raĂz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, conviene que sepas que no eres tĂș el que sustenta a la raĂz, sino que es la raĂz la que te sustenta a ti. Tal vez digas: «Las ramas fueron cortadas para que yo fuera injertado.» De acuerdo. Pero ellas fueron cortadas por su incredulidad, y tĂș te mantienes firme por la fe. Por lo tanto, no seas soberbio, sino temeroso. Porque si Dios no perdonĂł a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonarĂĄ. Por lo tanto, toma en cuenta la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero bondad para contigo, si permaneces en esa bondad, pues de otra manera tambiĂ©n tĂș serĂĄs cortado. Y aun ellos pueden ser injertados, si no permanecen en su incredulidad, pues Dios es poderoso para volver a injertarlos. Porque si tĂș, que por naturaleza eras un olivo silvestre, contra la naturaleza fuiste cortado e injertado en el buen olivo, ÂĄcon mĂĄs razĂłn Ă©stos, que son las ramas naturales, serĂĄn injertados en su propio olivo! (Romanos 11:17-24).
ÂżNo saben ustedes lo que dice la Escritura acerca de ElĂas, de cĂłmo invocĂł a Dios contra Israel, cuando dijo: «Señor, han dado muerte a tus profetas, y han derribado tus altares. SĂłlo yo he quedado, y procuran matarme»? ÂżY cuĂĄl fue la respuesta divina? «Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.» De la misma manera, aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si es por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no serĂa gracia. Y si fuera por obras, ya no serĂa gracia; de otra manera la obra ya no es obra (Romanos 11:2b-6).
«Si confiesas con tu boca que JesĂșs es el Señor, y crees en tu corazĂłn que Dios lo levantĂł de los muertos, serĂĄs salvo.» Porque con el corazĂłn se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvaciĂłn. Pues la Escritura dice: «Todo aquel que cree en Ă©l, no serĂĄ defraudado.»… porque todo el que invoque el nombre del Señor serĂĄ salvo. Ahora bien, ÂżcĂłmo invocarĂĄn a aquel en el cual no han creĂdo? ÂżY cĂłmo creerĂĄn en aquel de quien no han oĂdo? ÂżY cĂłmo oirĂĄn si no hay quien les predique? ÂżY cĂłmo predicarĂĄn si no son enviados? Como estĂĄ escrito: «¥CuĂĄn hermosa es la llegada de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» (Romanos 10:9-11, 13-15).
Pero tĂș, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre. Presenta la buena batalla de la fe, afĂ©rrate a la vida eterna, a la cual tambiĂ©n fuiste llamado cuando hiciste la buena profesiĂłn delante de muchos testigos. Delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesiĂłn delante de Poncio Pilato, te mando que mantengas el mandamiento inmaculado e irreprensible hasta la apariciĂłn de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su debido tiempo mostrarĂĄ el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el Ășnico que es inmortal y que habita en luz inaccesible, a quien ningĂșn hombre ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. AmĂ©n (1 Timoteo 6:11-16).
DespuĂ©s de que Juan fue encarcelado, JesĂșs fue a Galilea para proclamar el evangelio del reino de Dios. DecĂa: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ÂĄArrepiĂ©ntanse, y crean en el evangelio!» Mientras JesĂșs caminaba junto al lago de Galilea, vio a SimĂłn y a su hermano AndrĂ©s. Estaban echando la red al agua, porque eran pescadores. JesĂșs les dijo: «SĂganme, y yo harĂ© de ustedes pescadores de hombres.» Enseguida, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Un poco mĂĄs adelante, JesĂșs vio a otros dos hermanos, Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, quienes estaban en la barca y remendaban sus redes. Enseguida JesĂșs los llamĂł, y ellos dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, y lo siguieron (Marcos 1:14-20).
Entonces, ÂżquĂ© diremos? Que los no judĂos, que no buscaban la justicia, la han alcanzado; es decir, la justicia que viene por medio de la fe. Pero Israel, que buscaba una ley de justicia, no la alcanzĂł. ÂżPor quĂ©? Porque no la buscaba a partir de la fe, sino a partir de las obras de la ley; y tropezaron en la piedra de tropiezo, como estĂĄ escrito: «Yo pongo en SiĂłn una piedra de tropiezo y una roca de caĂda; pero el que crea en Ă©l, no serĂĄ avergonzado.» …Pues al ignorar la justicia de Dios y procurar establecer su propia justicia, no se sujetaron a la justicia de Dios; porque el cumplimiento de la ley es Cristo, para la justicia de todo aquel que cree (Romanos 9:30-10:4).
Como tambiĂ©n se dice en Oseas: «LlamarĂ© «pueblo mĂo» al que no era mi pueblo, Y llamarĂ© «amada mĂa» a la que no era mi amada. Y en el lugar donde se les dijo: «Ustedes no son mi pueblo», AllĂ serĂĄn llamados «hijos del Dios viviente»» (Romanos 9:25-26).