+1 800 972-5442 (en español)     Â
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
Estoy seguro, hermanos mĂos, de que ustedes mismos estĂĄn llenos de bondad y de todo conocimiento… Pero les he escrito… para hacerles recordar, por la gracia que Dios me ha dado, para ser ministro de Jesucristo a los no judĂos y ministrarles el evangelio de Dios, para que ellos sean una ofrenda agradable a Dios, santificada por el EspĂritu Santo… Porque no me atreverĂa a contar sino lo que, de palabra y obra, Cristo ha hecho por medio de mĂ… Fue asĂ como me esforcĂ© a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiera sido anunciado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como estĂĄ escrito: «Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de Ă©l, verĂĄn; Y los que nunca han oĂdo de Ă©l, entenderĂĄn» (Romanos 15:14-21).
Pues les digo que Cristo JesĂșs vino a ser siervo de los judĂos para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a nuestros antepasados, y para que los que no son judĂos glorifiquen a Dios por su misericordia, como estĂĄ escrito: «Por tanto, yo te confesarĂ© entre las naciones, Y cantarĂ© salmos a tu nombre.» Y en otra parte dice: «AlĂ©grense, naciones, con su pueblo.» Y tambiĂ©n dice: «Alaben al Señor todas las naciones, Y exĂĄltenlo todos los pueblos.» Y otra vez dice IsaĂas: «Se alzarĂĄ la raĂz de YesĂ©; se levantarĂĄ a gobernar a las naciones, las cuales pondrĂĄn en Ă©l su esperanza.» ÂĄQue el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en la fe, para que rebosen de esperanza por el poder del EspĂritu Santo! (Romanos 15:8-13).
Seis dĂas despuĂ©s, JesĂșs se llevĂł aparte a Pedro, Jacobo y Juan. Los llevĂł a un monte alto, y allĂ se transfigurĂł delante de ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes y muy blancos, como la nieve. ÂĄNadie en este mundo que los lavara podrĂa dejarlos tan blancos! Y se les aparecieron ElĂas y MoisĂ©s, y hablaban con JesĂșs. Pedro le dijo entonces a JesĂșs: «Maestro, ÂĄquĂ© bueno es para nosotros estar aquĂ! Vamos a hacer tres cobertizos; uno para ti, otro para MoisĂ©s, y otro para ElĂas.» Y es que no sabĂa quĂ© decir, pues todos estaban espantados. En eso, vino una nube y les hizo sombra. Y desde la nube se oyĂł una voz que decĂa: «Ăste es mi Hijo amado. ÂĄEscĂșchenlo!» Miraron a su alrededor, pero no vieron a nadie; sĂłlo JesĂșs estaba con ellos. Mientras bajaban del monte, JesĂșs les mandĂł que no dijeran a nadie nada de lo que habĂan visto, hasta que el Hijo del Hombre hubiera resucitado de los muertos (Marcos 9:2-9).
AsĂ que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los dĂ©biles, en vez de hacer lo que nos agrada. Cada uno de nosotros debe agradar a su prĂłjimo en lo que es bueno, con el fin de edificarlo. Porque ni aun Cristo se agradĂł a sĂ mismo sino que, como estĂĄ escrito: «Las ofensas de los que te insultaban cayeron sobre mĂ.» Las cosas que se escribieron antes, se escribieron para nuestra enseñanza, a fin de que tengamos esperanza por medio de la paciencia y la consolaciĂłn de las Escrituras. Que el Dios de la paciencia y de la consolaciĂłn les conceda a ustedes un mismo sentir, segĂșn Cristo JesĂșs, para que todos juntos y a una sola voz glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, recĂbanse unos a otros, como tambiĂ©n Cristo nos recibiĂł, para la gloria de Dios (Romanos 15:1-7).
Por tanto, no sigamos juzgĂĄndonos unos a otros. MĂĄs bien, propongĂĄmonos no poner tropiezo al hermano, ni hacerlo caer. Yo sĂ©, y confĂo en el Señor JesĂșs, que nada es impuro en sĂ mismo; pero si alguien piensa que algo es impuro, lo es para Ă©l. Pero si tu hermano se siente agraviado por causa de lo que comes, entonces tu conducta ya no refleja el amor. No hagas que por causa de tu comida se pierda aquel por quien Cristo muriĂł… No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas son limpias; lo malo es hacer tropezar a otros por lo que comemos. Lo mejor es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada que haga que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite (Romanos 14:13-15, 20-21).
Reciban al que es dĂ©bil en la fe, pero no para entrar en discusiones. Algunos creen que estĂĄ permitido comer de todo, pero hay otros que son dĂ©biles y que sĂłlo comen legumbres. El que come de todo, no debe menospreciar al que no come ciertas cosas, y el que no come de todo, no debe juzgar al que come, porque Dios lo ha aceptado. ÂżQuiĂ©n eres tĂș, para juzgar …? AsĂ que tĂș, Âżpor quĂ© juzgas a tu hermano? O tĂș tambiĂ©n, Âżpor quĂ© menosprecias a tu hermano? ÂĄTodos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo! Escrito estĂĄ: «Vivo yo, dice el Señor, que ante mĂ se doblarĂĄ toda rodilla, y toda lengua confesarĂĄ a Dios.» AsĂ que cada uno de nosotros tendrĂĄ que rendir cuentas a Dios de sĂ mismo (Romanos 14:1-4, 10-12).
No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a otros; porque el que ama al prĂłjimo, ha cumplido la ley … El amor no hace daño a nadie. De modo que el amor es el cumplimiento de la ley. Hagan todo esto, conscientes del tiempo en que vivimos y de que ya es hora de que despertemos del sueño. Porque nuestra salvaciĂłn estĂĄ mĂĄs cerca de nosotros ahora que cuando creĂmos. La noche ha avanzado, y se acerca el dĂa. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y revistĂĄmonos de las armas de la luz. Vivamos con honestidad, como a la luz del dĂa, y no andemos en glotonerĂas ni en borracheras, ni en lujurias y lascivias, ni en contiendas y envidias. MĂĄs bien, revistĂĄmonos del Señor Jesucristo, y no busquemos satisfacer los deseos de la carne (Romanos 13:8-14).
ÂżAcaso no sabes, ni nunca oĂste decir, que el Señor es el Dios eterno y que Ă©l creĂł los confines de la tierra? El Señor no desfallece, ni se fatiga con cansancio; ÂĄno hay quien alcance a comprender su entendimiento! El Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que desfallece. Los jĂłvenes se fatigan y se cansan; los mĂĄs fuertes flaquean y caen; pero los que confĂan en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las ĂĄguilas; corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan (IsaĂas 40:28-31).
Todos debemos someternos a las autoridades, pues no hay autoridad que no venga de Dios. Las autoridades que hay han sido establecidas por Dios. Por lo tanto, aquel que se opone a la autoridad, en realidad se opone a lo establecido por Dios, y los que se oponen acarrean condenaciĂłn sobre ellos mismos… pues la autoridad estĂĄ al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces sĂ debes temer, porque no lleva la espada en vano, sino que estĂĄ al servicio de Dios para darle su merecido al que hace lo malo. Por lo tanto, es necesario que nos sujetemos a la autoridad, no sĂłlo por causa del castigo, sino tambiĂ©n por motivos de conciencia (Romanos 13:1-5).
Nuestro amor debe ser sincero. Aborrezcamos lo malo y sigamos lo bueno. AmĂ©monos unos a otros con amor fraternal; respetemos y mostremos deferencia hacia los demĂĄs. Si algo demanda diligencia, no seamos perezosos; sirvamos al Señor con espĂritu ferviente. GocĂ©monos en la esperanza, soportemos el sufrimiento, seamos constantes en la oraciĂłn. Ayudemos a los hermanos necesitados. Practiquemos la hospitalidad. Bendigamos a los que nos persiguen; bendigamos y no maldigamos. GocĂ©monos con los que se gozan y lloremos con los que lloran. Vivamos como si fuĂ©ramos uno solo. No seamos altivos, sino juntĂ©monos con los humildes. No debemos creernos mĂĄs sabios que los demĂĄs. No paguemos a nadie mal por mal. Procuremos hacer lo bueno a los ojos de todo el mundo. Si es posible, y en cuanto dependa de nosotros, vivamos en paz con todos. No busquemos vengarnos, amados mĂos. Mejor dejemos que actĂșe la ira de Dios, porque estĂĄ escrito: «MĂa es la venganza, yo pagarĂ©, dice el Señor.» Por lo tanto, si nuestro enemigo tiene hambre, dĂ©mosle de comer; si tiene sed, dĂ©mosle de beber. Si asĂ lo hacemos, haremos que Ă©ste se avergĂŒence de su conducta. No permitamos que nos venza el mal. Es mejor vencer al mal con el bien (Romanos 12:9-21).