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ALIMENTO DIARIO
Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar (Marcos 2:21-22 RVR1960).
Como no podĂan acercarse a JesĂșs por causa de la multitud, quitaron parte del techo donde estaba JesĂșs, hicieron una abertura, y por ahĂ bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralĂtico. Cuando JesĂșs vio la fe de ellos, le dijo al paralĂtico: «Hijo, los pecados te son perdonados» (Marcos 2:4-5).
Muy de mañana, cuando todavĂa estaba muy oscuro, JesĂșs se levantĂł y se fue a un lugar apartado para orar (Marcos 1:35).
Mientras JesĂșs caminaba junto al lago de Galilea, vio a SimĂłn y a su hermano AndrĂ©s. Estaban echando la red al agua, porque eran pescadores. JesĂșs les dijo: «SĂganme, y yo harĂ© de ustedes pescadores de hombres.» Enseguida, ellos dejaron sus redes y lo siguieron (Marcos 1:16-18).
MiĂ©rcoles de Ceniza Como estĂĄ escrito en el profeta IsaĂas: «Yo envĂo a mi mensajero delante de ti, el cual prepararĂĄ tu camino. Una voz clama en el desierto: «Preparen el camino del Señor; enderecen sus sendas»» (Marcos 1:2-3)
Estoy seguro, hermanos mĂos, de que ustedes mismos estĂĄn llenos de bondad y de todo conocimiento… Pero les he escrito… para hacerles recordar, por la gracia que Dios me ha dado, para ser ministro de Jesucristo a los no judĂos y ministrarles el evangelio de Dios, para que ellos sean una ofrenda agradable a Dios, santificada por el EspĂritu Santo… Porque no me atreverĂa a contar sino lo que, de palabra y obra, Cristo ha hecho por medio de mĂ… Fue asĂ como me esforcĂ© a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiera sido anunciado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como estĂĄ escrito: «Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de Ă©l, verĂĄn; Y los que nunca han oĂdo de Ă©l, entenderĂĄn» (Romanos 15:14-21).
Pues les digo que Cristo JesĂșs vino a ser siervo de los judĂos para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a nuestros antepasados, y para que los que no son judĂos glorifiquen a Dios por su misericordia, como estĂĄ escrito: «Por tanto, yo te confesarĂ© entre las naciones, Y cantarĂ© salmos a tu nombre.» Y en otra parte dice: «AlĂ©grense, naciones, con su pueblo.» Y tambiĂ©n dice: «Alaben al Señor todas las naciones, Y exĂĄltenlo todos los pueblos.» Y otra vez dice IsaĂas: «Se alzarĂĄ la raĂz de YesĂ©; se levantarĂĄ a gobernar a las naciones, las cuales pondrĂĄn en Ă©l su esperanza.» ÂĄQue el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en la fe, para que rebosen de esperanza por el poder del EspĂritu Santo! (Romanos 15:8-13).
Seis dĂas despuĂ©s, JesĂșs se llevĂł aparte a Pedro, Jacobo y Juan. Los llevĂł a un monte alto, y allĂ se transfigurĂł delante de ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes y muy blancos, como la nieve. ÂĄNadie en este mundo que los lavara podrĂa dejarlos tan blancos! Y se les aparecieron ElĂas y MoisĂ©s, y hablaban con JesĂșs. Pedro le dijo entonces a JesĂșs: «Maestro, ÂĄquĂ© bueno es para nosotros estar aquĂ! Vamos a hacer tres cobertizos; uno para ti, otro para MoisĂ©s, y otro para ElĂas.» Y es que no sabĂa quĂ© decir, pues todos estaban espantados. En eso, vino una nube y les hizo sombra. Y desde la nube se oyĂł una voz que decĂa: «Ăste es mi Hijo amado. ÂĄEscĂșchenlo!» Miraron a su alrededor, pero no vieron a nadie; sĂłlo JesĂșs estaba con ellos. Mientras bajaban del monte, JesĂșs les mandĂł que no dijeran a nadie nada de lo que habĂan visto, hasta que el Hijo del Hombre hubiera resucitado de los muertos (Marcos 9:2-9).
AsĂ que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los dĂ©biles, en vez de hacer lo que nos agrada. Cada uno de nosotros debe agradar a su prĂłjimo en lo que es bueno, con el fin de edificarlo. Porque ni aun Cristo se agradĂł a sĂ mismo sino que, como estĂĄ escrito: «Las ofensas de los que te insultaban cayeron sobre mĂ.» Las cosas que se escribieron antes, se escribieron para nuestra enseñanza, a fin de que tengamos esperanza por medio de la paciencia y la consolaciĂłn de las Escrituras. Que el Dios de la paciencia y de la consolaciĂłn les conceda a ustedes un mismo sentir, segĂșn Cristo JesĂșs, para que todos juntos y a una sola voz glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, recĂbanse unos a otros, como tambiĂ©n Cristo nos recibiĂł, para la gloria de Dios (Romanos 15:1-7).
Por tanto, no sigamos juzgĂĄndonos unos a otros. MĂĄs bien, propongĂĄmonos no poner tropiezo al hermano, ni hacerlo caer. Yo sĂ©, y confĂo en el Señor JesĂșs, que nada es impuro en sĂ mismo; pero si alguien piensa que algo es impuro, lo es para Ă©l. Pero si tu hermano se siente agraviado por causa de lo que comes, entonces tu conducta ya no refleja el amor. No hagas que por causa de tu comida se pierda aquel por quien Cristo muriĂł… No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas son limpias; lo malo es hacer tropezar a otros por lo que comemos. Lo mejor es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada que haga que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite (Romanos 14:13-15, 20-21).