+1 800 972-5442 (en español)     Â
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
El etĂope le respondiĂł: «¿Y cĂłmo voy a entender, si nadie me enseña?» Y le rogĂł a Felipe que subiera al carro y se sentara con Ă©l… Entonces Felipe le empezĂł a explicar a partir de la escritura que leĂa, y le hablĂł tambiĂ©n de las buenas noticias de JesĂșs (Hechos 8:31, 35).
Nada que venga de afuera puede contaminar a nadie. Lo que contamina a la persona es lo que sale de ella… Porque de adentro del corazĂłn humano salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, la soberbia y la insensatez. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona (Marcos 7:15,21-23).
El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano (Proverbios 17:17).
Las cuales se mantenĂan fieles a las enseñanzas de los apĂłstoles y en el mutuo compañerismo, en el partimiento del pan y en las oraciones (Hechos 2:42).
[El Padre] … tambiĂ©n nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redenciĂłn por su sangre, el perdĂłn de los pecados (Colosenses 1:13-14).
Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con una funciĂłn particular. (1 Corintios 12:27).
Porque ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, y se aferran a la tradiciĂłn de los hombres» …TambiĂ©n les dijo: «¥QuĂ© bien invalidan ustedes el mandamiento de Dios, para mantener su propia tradiciĂłn! (Marcos 7:8a-9).
El que perdona el pecado, busca afecto; el que lo divulga, aleja al amigo (Proverbios 17:9).
Como estĂĄ escrito: «Las cosas que ningĂșn ojo vio, ni ningĂșn oĂdo escuchĂł, ni han penetrado en el corazĂłn del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman.» Pero Dios nos las revelĂł a nosotros por medio del EspĂritu, porque el EspĂritu lo examina todo, aun las profundidades de Dios. Porque ÂżquiĂ©n de entre los hombres puede saber las cosas del hombre, sino el espĂritu del hombre que estĂĄ en Ă©l? AsĂ mismo, nadie conoce las cosas de Dios, sino el EspĂritu de Dios (1 Corintios 2:9-11).
Entonces JesĂșs le dijo: «Un hombre ofreciĂł un gran banquete, e invitĂł a muchos. A la hora del banquete enviĂł a su siervo a decir a los invitados: «Vengan, que la mesa ya estĂĄ servida.» Pero todos ellos comenzaron a disculparse. … Entonces el dueño de la casa … le dijo a su siervo: «Ve enseguida por las plazas y por las calles de la ciudad, y trae acĂĄ a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos» (Lucas 14:16-18a, 21b).