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ALIMENTO DIARIO
JesĂșs les dijo: «Vayan a ver cuĂĄntos panes tienen ustedes.» Cuando lo averiguaron, le dijeron: «Tenemos cinco panes y dos pescados»… JesĂșs tomĂł entonces los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo los bendijo. Luego partiĂł los panes y se los dio a sus discĂpulos para que los repartieran entre la gente, y tambiĂ©n repartiĂł entre todos los dos pescados. Todos comieron y quedaron satisfechos, y con lo que sobrĂł del pan y los pescados llenaron doce cestas. Los que comieron fueron como cinco mil hombres (Marcos 6:38, 41-44).
Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar ni para enojarse; pues el enojo de una persona no produce la vida justa que Dios quiere (Santiago 1:19-20 NVI).
Por lo cual Dios tambiĂ©n lo exaltĂł hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de JesĂșs se doble toda rodilla de los que estĂĄn en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios el Padre (Filipenses 2:9-11).
Que haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo JesĂșs, quien, siendo en forma de Dios, no estimĂł el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojĂł a sĂ mismo y tomĂł forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres; y estando en la condiciĂłn de hombre, se humillĂł a sĂ mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:5-8).
Como la fama de JesĂșs habĂa llegado a ser muy notoria, el rey Herodes supo acerca de Ă©l y dijo: «¥Juan el Bautista ha resucitado de los muertos! ÂĄPor eso operan en Ă©l estos poderes!»… Cuando Herodes oyĂł esto, dijo: «Ăste es Juan, al que yo mandĂ© que le cortaran la cabeza. ÂĄAhora ha resucitado de los muertos!»… Juan le habĂa dicho a Herodes: «No te es lĂcito tener a la mujer de tu hermano» (Marcos 6:14, 16, 18).
Y todo lo que hagan, håganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente (Colosenses 3:23).
Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad (Juan 1:14).
En el camino, JesĂșs les preguntĂł: «¿QuiĂ©n dice la gente que soy yo?» Ellos respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que ElĂas; y otros mĂĄs, que alguno de los profetas.» Entonces Ă©l les preguntĂł: «Y ustedes, ÂżquiĂ©n dicen que soy?» Pedro le respondiĂł: «TĂș eres el Cristo» (Marcos 8:27b-29).
Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien, para hacer lo que hoy vemos, que es darle vida a mucha gente (Génesis 50:20).