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ALIMENTO DIARIO
JesĂșs le respondiĂł: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de agua y del EspĂritu, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3:5).
Por lo tanto, anĂmense y edifĂquense unos a otros, como en efecto ya lo hacen (1 Tesalonicenses 5:11).
Las que son mis ovejas, oyen mi voz; y yo las conozco, y ellas me siguen. Y yo les doy vida eterna; y no perecerĂĄn jamĂĄs, ni nadie las arrebatarĂĄ de mi mano (Juan 10:27-28).
Pues me viene a la memoria la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que habita en ti también (2 Timoteo 1:5).
Por tanto, vayan y hagan discĂpulos en todas las naciones, y bautĂcenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del EspĂritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. (Mateo 28:19-20a).
Pero eres tĂș quien me dio la vida, eres tĂș quien me infundiĂł confianza desde que era un niño de pecho. Antes de nacer fui puesto a tu cuidado; aĂșn estaba yo en el vientre de mi madre, y tĂș eras ya mi Dios (Salmo 22:9-10).
Yo vendrĂ© y los bendecirĂ© en todo lugar donde yo haga que mi nombre sea recordado (Ăxodo 20:24b)
Y la tercera vez le dijo: «SimĂłn, hijo de JonĂĄs, Âżme quieres?» Pedro se entristeciĂł de que la tercera vez le dijera «¿Me quieres?», y le respondiĂł: «Señor, tĂș lo sabes todo; tĂș sabes que te quiero.» JesĂșs le dijo: «Apacienta mis ovejas (Juan 21:17).
… MĂĄs bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderĂĄn a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2b NTV)
Cristo amĂł a la iglesia, y se entregĂł a sĂ mismo por ella, para santificarla. Ăl la purificĂł en el lavamiento del agua por la palabra (Efesios 5:25b-26).