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ALIMENTO DIARIO
Y que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Aquel que los llama, el cual también lo hará (1 Tesalonicenses 5:23-24).
Pero el ángel les dijo: ‘No teman, que les traigo una buena noticia, que será para todo el pueblo motivo de mucha alegría’ (Lucas 2:10).
El desierto y la soledad se alegrarán; el yermo se regocijará y florecerá como la rosa; florecerá en abundancia, y también se alegrará y cantará con júbilo, pues le serán dadas la belleza del Líbano y la hermosura del Carmelo y de Sarón. ¡Estos montes verán la gloria del Señor, la hermosura de nuestro Dios! (Isaías 35:1-2).
También ustedes, tengan paciencia y manténganse firmes, que ya está cerca la venida del Señor (Santiago 5:8).
Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que los separaba, pues anuló la Ley con sus mandamientos y requisito. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, para reconciliarlos con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad (Efesios 2:14-16 NVI).
…por tanto, Jehová el Señor dice así: ‘He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure’ (Isaías 28:16 RVR1960).
Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida (1 Juan 5:11-12).
Por eso, amados hermanos, mientras esperan que esto suceda, hagan todo lo posible para que Dios los encuentre en paz, intachables e irreprensibles (2 Pedro 3:14).
Pues les digo que Cristo Jesús vino a ser siervo de los judíos para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a nuestros antepasados, y para que los que no son judíos glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: ‘Por tanto, yo te confesaré entre las naciones, y cantaré salmos a tu nombre’ (Romanos 15:8-9).
Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9:6 RVR1960).