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ALIMENTO DIARIO
Si el Señor no edifica la casa, de nada sirve que los edificadores se esfuercen. Si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que los guardias la vigilen (Salmo 127:1).
El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea, será condenado (Marcos 16:16).
Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3:5).
Por lo tanto, anímense y edifíquense unos a otros, como en efecto ya lo hacen (1 Tesalonicenses 5:11).
Las que son mis ovejas, oyen mi voz; y yo las conozco, y ellas me siguen. Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano (Juan 10:27-28).
Pues me viene a la memoria la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que habita en ti también (2 Timoteo 1:5).
Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. (Mateo 28:19-20a).
Pero eres tú quien me dio la vida, eres tú quien me infundió confianza desde que era un niño de pecho. Antes de nacer fui puesto a tu cuidado; aún estaba yo en el vientre de mi madre, y tú eras ya mi Dios (Salmo 22:9-10).
Yo vendré y los bendeciré en todo lugar donde yo haga que mi nombre sea recordado (Éxodo 20:24b)
Y la tercera vez le dijo: «Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres?» Pedro se entristeció de que la tercera vez le dijera «¿Me quieres?», y le respondió: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas (Juan 21:17).